Una cascada de fuego le salpicaba la cara. Crujían las
llamas, coloreando la estancia. Como un soplo, como un suspiro, sus partículas
le atrapan, le trasportan en bocanadas que se llenan de hojarascas. El
humo le envuelve, mientras los niños contemplan. El payaso les acompaña, se
sonríe, ríe, llora, canta convirtiendo su risa en pura carcajada. El cielo lo
atraviesan los bramidos. Bella estampa. Mar y cielo. Tierra y fragua. Almas
unidas. Señal de esperanza.
El caballo vuela, libre en la mañana. Cuerpos que se
funden. Manos que se atrapan. En sus soledades brota la esperanza. El fuego
domina la tierra soñada, exonera sus vidas. Del amor… la calma.
De sueños concebidos en la vieja fragua, forjadora se
quimeras, se apropia de el alma con la que transita. Con martillo y yunque. De
ascuas, llama renovada. Atronar de Duendes, Gnomos, Hadas… Sueños de mujer.
Querubín entre ascuas.
Antonio Molina Medina
Con martillo y yunque. De ascuas, llama renovada. Atronar de Duendes, Gnomos, Hadas… Sueños de mujer. Querubín entre ascuas.
ResponderEliminarTodo entero es hermoso, pero el final me ha encantado.
Así es como la vida pule el alma,
Golpe a golpe y paso a paso,
Todos los días desde que llegamos,
Con risas y llanto.
La Natividad de la llama del Amor Divino
Llene tu alma, corazón, mente y hogar en la tierra
En estas fechas especiales, y cada instante de tu vida.
Feliz Navidad, ahora y siempre, a Ti y los tuyos.
Un abrazo.
Ambar
Un placer leerte, amigo Antonio, nos trasportas hacia aquellos mágicos lugares, vemos el cielo en tus versos, respiramos la calma, la brisa, la luz en la mirada de tu alma, y nos mecemos entre los vuelos de tus letras.
ResponderEliminarUn beso.