SE ALEJA SU MIRADA

 

Ana. Lola y Catalina nativas del Cobre Algeciras.
Ellas me hicieron persona y limpiaron mis heridas desde mi niñez.

Te veo repleta de hermosura mujer.

Resalta la fuerza que posees.

Tus sentimientos generan el murmullo

que se apropia del corazón encauzándolo

por una corriente de fuego que tu alma genera.

Y mi cuerpo explosiona repleto de

sentimientos, que tus palabras provocan.

Aquellas plegarias, versos amansados que

brotan de tu alma y un corazón sediento.

Los almacena y los hace noche y día,

verano e invierno.

Un caudal de delicias recorre por su cuerpo,

él los degusta aun en la distancia…

Son tan generosos que su corazón los

acaudala y los mece en su adentro.

Antonio Molina Medina

02/11/15

PASEANDO POR SU VEGA DE LA MANO DE PEPITO DE LA MOR.

 

Pepito de la Mor. Casa museo Federico García Lorca-Valderrubio. Granada.

Día espléndido. Los rayos del astro sol penetran, todavía pacíficos, por las lomas de la sierra; comienza su andadura matutina. Inclino la cabeza paseando por la orilla de mi río, que hoy bajan sus aguas limpias y claras, sonriéndome a su paso, cantarinas, llenas de esperanza. Cruzando su puente, dejando atrás sus choperas, una manada de cabras saltarinas se aleja por los rastrojos del secano, de la Vega. Acelero mis pasos cuyo ritmo necesita mi mente, el maestro me espera en la entrada del pueblo con sonrisa que aflora de su rostro y figura guerrera, me saluda efusivo fundiendo nuestros cuerpo en un abrazo eterno de profundo viaje.

Casa Museo de Federico García Lorca-Valderrubio. Granada

El Cubilla nos saluda. Su agua, hoy, turbia pero sencilla, donde se deslizan pequeños cuerpos de gallinas con su camada. Entre sus choperas el ruido del viento se afianza en mi mente y se hace camino en su inmensa afluencia. La tierra resuena tras nuestros pasos y se quejan la yerba y los matojos, que se deslizan por mi cuerpo señalándome, el sendero en dirección a la casa del Maestro Federico; mientras, la fuente de su vida, la que perdura en el tiempo, se solaza en las chozas que se descuelgan a los pozos en el añejo baluarte. Zumban las trompetas, la luz se colorea entre las higueras y los higos maduran trepidando entre suspiros, se dejan caer y se quedan en el amasijo de fina melaza, de tierra que quema y abrasa.

 

Museo de Federico García Lorca. Huerta de San Vicente . Granada. 

Entre los cristales de su añeja morada, sus ojos nos saludan, Su alma lo delata:  lo miramos de soslayo y su sonrisa nos habla.

Las pisadas de hoy, del ayer y el mañana se funden en su cuadra y una pequeña puerta, entreabierta, se cierra y se abre buscando a su amada: la niña del Lombardo se aferró a su brazo y se paseaba por la calle ancha, por la plazoleta y por la cañada. Bernarda que los vio  los criticaba:

La Alhambra de Granada. España


-“¡Pero donde vamos a llegar!

-¡Si no es de su clase!

-¡Si no es de su casta!”

Él se sonreía y más se aferraba al brazo desnudo de su estrella dorada.

Duérmete lucero

que pronto volverán,

las claras mañanas.

 Le cantaba ella a su niño chico para que callara.

Blandiendo las hojas, sedienta de letras, camina labrando los cercos donde las palabras - me dice su curtida su voz Pepito - me habla, dejando caer suaves palabras:

 -Entre el secano y la Vega hay una línea divisoria, - me dice él mirando hacia la explanada:

¿La ves niño?  Me explicaba con todo su alma.

Miré el camino de (Illora) y yo no veía nada.

-Observa aquellos arboles al final de la verde rama, me repetía con ganas Pepito.

Pero yo no veía nada.Cuesta  entender a estos seres que solo con la mirada, te desplazan y te despejan los caminos, para que tu lo veas claro, y descubras a su maestro por el que él vive y sueña. Y comparte su saber, con todos los que se acercan a su sonrisa dorada.

Casa Museo de Federico García Lorca. Valderrubio. Granada

La tarde se hace perezosa y se adentra en la oscuridad, las farolas y farolillos derraman su tenue luz mientras caminamos compartiendo soledad.

¡Niño!:  Aquella finca es de una tía suya junto a la casa ‘colora’. La tienen casi ‘abandoná’, -afirma. Mientras, los espárragos se hacen esparragueras elevándose sobre los surcos de la tierra, hasta hacerse ramas. La campana de la Torre dela Vela, en lo alto de su Alhambra,  briosa , repica a recogerse para el descanso, ella nos incita con su eco que adormece.

 

Museo de Federico García Lorca. Huerta de San Vicente . Granada. 

El silencio no tiene ocupación y nos envuelve la mente; curtidos por su paz,

aflora esa calma bravía, que exporta la Vega que pisamos; por la Vega de (Sujaira), Valderrubio y la Vega de Granada.


Museo de Federico García Lorca. Huerta de San Vicente . Granada. 



27.08.20

Antonio Molina Medina



HAMBRE MÍA

Viñedos de la Pedanía de Sinovas. Aranda de Duero. Castilla y León
Abrió su ventana y miro la distancia que lo separaba de su alma sin la nada. Expandió sus alas y comenzó su vuelo. Certero firme, hoy, su volar por el alto cielo. El aire lanzaba silbidos de antaño, melodías de suaves palabras de versos y sollozos, que su alma escanciaba y las hacía sinceras, palabras que conversan que hieren y queman. Llamas que devoran y siente su pena que la hace afluente, sincera. 
Praderas  de espigas... Sinovas. Aranda de Duero. Castilla León
Entre pentagramas, los surcos del arado que aporrean sus dedos, perforan la tierra; acariciando sus senos, besando la sangre que altera su rumbo, el de su respirar de lento a profundo. Jadea con fuerza y se enfrenta a la brisa que frota su rostro, mientras su voz pestañea. Se siente el latido de un corazón que se quema entre las ascuas del tiempo de olvido. Arde la candela y atiza su llanto. 
Iglesia de Sinovas. Aranda de Duero. Castilla y León
Son llamas que vibran sollozos alados y, arrima el costo, que queme su alma y suenan voces de seres que aman, y surte del llanto, susurro que atrapando, sueños y quimeras, de voces que claman, que fueron sus sueños, cual adormideras, hasta fondearlos, y así abrazarnos entre, lágrimas sobrias de los poseedores de la añeja escuela, cual seres de leyenda, cuya luz nos guía en las noches oscuras. Candil en la tierra. Voces aun quebradas, que cruzan por la sierra.
Viñedos de la Pedanía de Sinovas. Aranda de Duero. Castilla y León

 
12/04/17 
Antonio Molina Medina

LA VIDA

 

La muy noble y leal ciudad de Orduña-Bizkaia- Primer asentamiento.

“Haciendo de la vida”

Una realidad vivida o, un sueño que se reactiva

Y se pone al servicio de seres que, con sus latidos,

Se llenan de contenido, y, los años que ha vivido

Siguen el jolgorio de su tiempo, tan poderoso

Y tan cierto que sólo con la palabra… se fortalece

La simiente, la que esparce sobre esos campos

Esos sueños que hoy se aúpan para contener

Tus plegarias y lograr encontrar entre tus ojos,

Entre ese reguero de letras… para sentirte en-colmada

De versos, los que brotan de la tierra enamorada.

Antonio Molina Medina

26/04/18

UNA TARDE CON VIRGILIO EN SU BODEGA

 

Virgilio... Pedanía de Sinovas... Aranda de Duero... Castilla y León.

-¡Buenas tardes!  - Le digo.

-¡Muy buenas! - Me contesta.

- Aquí, tomando un refrigerio... ¡Siéntate, siéntate, que te vas a tomar un vino conmigo! -Coge una copa de la balda. - Me indicaba.

-¡Hala! ¡Échate de la botella que está en la mesa! - Me dice.

Relleno la copa de vino tinto de su bodega y lo cato. Y le digo: "¡está bueno amigo… !". Y, de improviso, me dice:

- ¡No bebas más! ¡Tira ese vino! Y me repite ¡tira ese vino…!

Y se da la vuelta, y baja por las escaleras a su bodega para aparecer con una nueva botella entre sus fornidas manos. La descorcha con su maestría y coloca el corcho a su lado, y se aferra a su vidrio y deja caer el caldo en mi copa y en la suya y me dice:

- Prueba este vino.

 Yo observo su rostro y cómo echa el vino en la copa. Una franca sonrisa cruza su cara, y sus ojos son un relámpago de sueños, cual maestro de ceremonias y me dice:

Pedanía de Sinovas... Aranda de Duero... Castilla y León.

- ¡ Hala, echa un trago de este vino, que es de la nueva cosecha!

 Cojo la copa y remuevo su contenido, y olfateo su interior, en cuyo liquido oscuro y brillante se posa mi vista y me sonrío. Acerco la copa a mis labios, limpiándolos con la punta de la lengua, me lleno la boca con su caldo, que remuevo en mi cavidad, para dejarlo caer por el tobogán de mi garganta hasta asentarse en mi estómago, mientras el olor penetra en mi mente, paladeando los restos de caldo que aun posan en mi boca. Y miro su cara que arroja una franca y nítida sonrisa, cual mueca que mece su cuerpo. Mientras sus ojos dejan caer sus pestañas, me mira con la sonrisa de plata que le caracteriza, y le digo:

- ¡Este vino te ha salido este año muy bueno! Y mira que yo soy un profano en esta materia... ¡Has logrado un buen caldo!. - le insisto. Y me dice:

- ¿A que está rico?

 - ¡Esta estupendo! - le contesto.

 La verdad - le digo - es que, con el primer sorbo, sientes en el paladar una sensación a tierra y viñedo, a sarmiento y campo, como cuando caminas por las viñas y tus pies se adentran en la fina y curtida tierra, donde la pureza se extiende hasta los pinares de la Pedanía, y sus raíces se comunicasen con las de los viñedos.

Quizá fuese la ebriedad que, a veces, nos hace ver doble y las viñas nos sonríen en esa aventura, caminando por ellas, Sintiendo esos rayos del sol que hacen que los racimos sean como adornos a sus ojos, y el ramaje de su tronco... que hace que, por cada vaso de caldo que degustamos, nos produzca una sensación de balanceo en el cuerpo, aportándonos esa claridad y esa nostalgia al dejar esos campos, esos viñedos donde aún relucen sus pasos y su sombra... y veo sus manos cortando los racimos  que adornan su cuerpo.

Virgilio y Antonio... Pedanía de Sinovas... Aranda de Duero... Castilla y León.

Y oigo su voz como un susurro:

- ¡Espera no te marches! Vamos a picar algo que he traído de casa, que este vino bien lo  merece. - Me señalaba sacando un  trozo de chorizo y, de una tartera que abría muy despacio donde las guardaba, unas rodajas de pescado en salsa.  Comenzamos, entre charlas y palabras, a degustar los alimentos y, de vez en cuando, un buen trago de ese caldo aromático que se deja beber se adentra en nuestro cuerpo a través del paladar que nuestro estomago lo agradece. Seguimos con nuestra pausada charla mientras el líquido de la botella comienza a descender ante las acometidas que le damos.

Las manos del anfitrión, nunca están calladas y con una navajilla, y el corcho de la botella entre las manos va cortándolo a su alrededor para poder introducirlo en la boca de su botella y proteger su sobrante.  

 Entre la palabrería y los chascarrillos el tiempo se nos echa encima y la noche nos acecha y suena su voz amena y fuerte.



Pedanía de Sinovas... Aranda de Duero... Castilla y León.

Venga levantemos el campo, que, comienza a hacer frío en la bodega; bajemos al bar y echaremos otro trago, pero, seguro que no será como este vino que hemos bebido de la bodega…

Pedanía de Sinovas... Aranda de Duero... Castilla y León.

Arranca la furgoneta y conecta la música con canciones de la tierra castellana mientras nos acercamos a la pedanía por los caminos antiguos de mulos y caballos hoy de tractores con remolque, lentos como los antiguos. Le miro y le observo que su sombra es ancha como su alma y Virgilio se aleja entre la bruma de su noche… Y hoy sus veredas repiquetean entre las nubes de la Pedanía, vigilando los pasos ¡quizás mis pasos! Por donde él caminaba, de noche y de día.

9.02.20

Antonio Molina Medina

CASERIO

 

Caserío de Orduña. Bizkaia

Los carros sedientos de mieses se acercan a los páramos, donde los mares de espigas el viento mece. Y los dora el sol que, complacido, se aferra a las espigas dejando los surcos repletos de vida y de sueños. La afilada cuchilla se extiende en las mieses, cortando sus menudos cuerpos que, amontonados por brazos y piernas, se dejan engavillar para su transporte.

 Caminan en silencio, con su yugo a cuestas, animales que tiran del viejo carro para sustentar el veterano caserío, a la sombra de su ciudad.

 El monte de grano y paja se doma ante las máquinas mientras el aldeano y sus acompañantes, con un pañuelo que cubre sus rostro: nariz y boca, acompañan con las horcas, arrojando la parva al viejo camarote para su guardar. Los tubos salpican la paja y los braceros, con sus horcas, lo lanzan y amontonan al fondo del pajar. La máquina resuena en el patio: es la modernidad....

Ciudad de Orduña. Bizkaia

 De pronto, una voz se cuela por el balcón del pajar:

 -¡Al aldeano! - le gritan desde el patio.

 -¿Qué coño pasa? ¿Porque habéis parado el motor? - Les lanza su voz.

 - Nada pues... ¡Que nos hemos quedado sin combustible y el motor se ha detenido!  - le contestan.

 -Pues nada.  -  dice el baserritarra-.Toca descansar un rato y, de paso, echamos un trago de vino de la bota.

 Mientras el baserritarra se acerca y mira por  el hueco del camarote, se quita el pañuelo que cubría su rostro y, sacando uno limpio del bolsillo de su pantalón, se seca el sudor de su rostro. 

 -¡Redios! ¡Qué calor hace y cuánto polvo tragamos!

 -¡Mirad, mirad   chiquitos… las cigüeñas se pasean por los manzanos!

 Con una franca sonrisa nos decía: ¡Cómo planean las muy puñeteras! Están al quite a ver si pillan algo para el condumio - riéndose estrepitosamente-  Su risa contagiosa nos hacía sacar las cabezas, asomarnos a otros ventanucos de la fachada que cubrían de aire el local, como respiraderos del pajar…

 

Praderas de Castilla. Sinovas.

Mientras los ruidos del craqueo de los picos de las cigüeñas, que se filtran por nuestros oídos, resuenan por los tejados, camino de la Ciudad, para depositar los palos que, con sus picos, algunas depositan en sus nidos, en los tejados de las esfinges de la ciudad.

 Un sonar de mocos se desprende de narices ennegrecidas por el polvo que se cuela en nuestros pulmones, y los, ya sucios, pañuelos dejan de servir de tanto aire maltrecho.

 La paja sigue saliendo por el tubo que no cesa mientras, los haces de trigo, los tritura la máquina y la estancia se cubre de polvo que nos hace detenernos por lo inaccesible que es para nosotros, incluso, el mirar. Mientras, en los harapos que cubren nuestros cuerpos se acumula la suciedad mezclada con el sudor, sin vientos.

 -¡Chiquitos! - Sobresale la voz del baserritarra.

 -Limpiaos un poco y ¡ ala… un descanso!

 Se asoma al balcón y les grita a los que manejan la máquina de trillar.

 -¡Tomaos un descanso!  A ver si se airea el pajar, que ya no se puede ni respirar.

 Sacando las cabezas por los ventanucos, sus vistas se posan en el convento de monjas, donde a los niños les daban sus primeras clases de letras, religión, cuentos y leyendas, poblando  sus mentes de verdades y mentiras. Divisaban las huertas del convento, con sus fértiles tierras. Ellas labraban sus campos y cuidaban árboles  frutales y recogían sus frutos,  sus cosechas.

 

Suena la voz del responsable de la máquina de trillar:

 -Maestro: Esto está ya listo.

 -¡Pues … ala, andando! - Coger la manivela los más fuertes y a arrancar de nuevo el motor y ¡cuidado! no os hagáis daño: que tenéis que soltarla nada más ruja el motor, que os puede arrastrar…  - les decía el aldeano.

 -¡Ala! ¡Vamos a ello!

  Con sus manos y brazos fuertes y joviales lo intentan un par de veces. Se resiste el motor a volver a dar vueltas y más vueltas, tragando los haces de trigo. Retumba el suelo del patio y las poleas comienzan su giro trepidante; mientras Avelino les alienta:

 - ¡Venga cuadrilla, venga, que esto ya está! Hay que terminar antes del anochecer.

 Con  la mirada recorriendo los lugares más sensibles de la máquina Avelino detiene sus ojos en el reguero de granos de trigo que se van introduciendo dentro de los sacos, mientras sus manos tocan el tubo comprobando que la paja sigue su curso al pajar.

Ciudad de Orduña. Bizkaia

 Subimos otra vez al pajar y volvemos a mirar por los ventanucos. Y sonreímos mirando desde tan inmejorable altura las vistas de su valle, sus montañas y la Virgen en su pedestal, en su peña. Las golondrinas se cruzan una y otra vez sobre nuestras cabezas y revolotean por el caserío, mientras los gorriones ahuyentados por alguna piedra que les lanzan, se alejan y algunas palomas ya acostumbradas se cuelan por algún ventanuco de la estancia, donde, en algunas esquinas, tienen depositado su nido que ellas mismas han construido.

 Avelino nos recuerda que hay que terminar la faena y nos indica:

 -¡Chiquitos! ¡Venga que ya queda poco! Vosotros solos podéis ya con la paja que queda. Cuando terminéis, bajad a picar algo que os tiene preparado La señora.

 Bajamos al patio al lado de la máquina y sale de la cuadra la Baserritarra, su señora, con hogazas de pan, tocino y chorizo y otra bota de vino y dice sonriendo:

 

Viñedos de Orduña. Bizkaia

-¡Ala, que la bota no pare!

 Y se pasaba de mano en mano apretando su cuerpo dejando caer ese chorro delicado y fino en los gaznates de los baserritarras.  Para los niños unas jarras de agua. Aunque más de uno, a escondidas, apretábamos la panza de esa bota dejando caer un hermoso chorro de líquido exquisito.

17.11.18

Antonio Molina Medina

ME ACERQUE A SU ESCUELA Y SOBREVOLÓ SU RECUERDO:

 

La muy noble y leal ciudad de Orduña-Bizkaia.

Don Agustín:

Detrás de una mesa, sentado en su silla, un humilde maestro

nos miraba en silencio mientras estudiábamos la lección del día.

No había murmullos y las moscas sonaban en nuestros oídos…

Quizás el miedo a la regla que posaba en su mesa nos hacía desistir

de hacer cualquier proeza...

mientras que, en el centro del aula, una estufa quemaba la leña

con la que calmábamos el frío de la nieve la que nos rodeaba.

 

La muy noble y leal ciudad de Orduña-Bizkaia.

Pero ese maestro. alto y bien formado, también era humano y

nos comprendía, hasta cuando se casó, nos trajo caramelos,

lo cual lo agradecíamos, ya que era un lujo tener alguna perra gorda

que era el valor que tenía cada uno.

Maestro de corazón muy grande, de sentimientos que hoy

los comprendemos y nos congratulamos de haberlos tenido

en nuestras vidas.

La muy noble y leal ciudad de Orduña-Bizkaia.

-Paquito. Voy a un recado. Ponte aquí a vigilar y si hay mucho alboroto 

mientras estoy fuera, apuntas los nombres…

- le decía a Paquito.

Como gran enamorado de su recién estrenada señora, acudía a verla, y luego 

regresaba y nos atendía.

 -Niño, me decía, Dile a tu madre que quiero hablar con ella;

que vaya a mi casa, la espero.

El niño le repetía a su madre lo que el maestro le decía.

Vino su madre y dijo al niño:

-Me ha dicho tu maestro que si quieres dar unas clases particulares, que él te atiende.

-Mama y ¿cuánto te va costar?

-Me ha dicho que “tres pesetas” por una hora diaria, excepto sábados y 

domingos y fiestas que guardar.

- Y ¿vas a poder pagarle mama? -le decía el niño.

- Mira, es que él ha insistido en que vayas- -Le decía su madre.

Fueron clases muy productivas las que recibió hasta que le toco trabajar, 

aunque no tenía la edad para hacerlo y por ello, tuvo que dejar la escuela.

 

La muy noble y leal ciudad de Orduña-Bizkaia.

Pasaron los años y un día le comenta el niño grande a su madre.

-Mama, mama… ¿sabes que me acuerdo de don Agustín, de

cuando me daba clases? ¿Cómo te las arreglabas para pagarle?

Su sorpresa fue mayúscula.

- Nunca te lo dije porque él me dijo que tú no te enterases.

Tu maestro nunca me cobro ni una 'perrilla'.

¡Te daba clases sin cobrarnos nada!

 ¡Gracias Don Agustín y a toda su estirpe!

Orgullosos debéis de estar de tal empresa,

en una época en la que los maestros

se morían de hambre.


                                La muy noble y leal ciudad de Orduña-Bizkaia.

Antonio Molina Medina

21.12.19



EL FINAL DEL CAMINO… ES MÁS DIGERIBLE…

Cañada de los Tomates. Río de la Miel. Algeciras año 1966

Yo os digo al cumplir 78 años bien servidos… A cualquiera de vosotros, los que camináis por los prados de los sueños y que vivís de realidades y que sufrís los desengaños, bajo el pisar de vuestros zapatos. Los que sentís las alegrías, y dejáis brotar las palabras que manan de tus ríos, los que llevamos dentro, desde el pozo de tu casa, del trabajo, que suplen tus horas inciertas soportando tus problemas día tras día y tus dolores e inconciencias y tus atrevimientos y cariños los que disipan una buena mañana. Tu alma se apropia de tu verdadero cuerpo y se desprende de tu mente, los villanos y perversos complementos, la vida tan insatisfecha que llevamos, el consumo exacerbado que domina tu intelecto, el orden establecido por unos pocos extraños que nacieron bajo el manto imperfecto de la tiranía y, entre tiranos que asolaron y asolan la tierra que pisamos, donde vivimos y viven en su destrucción constante mientras, otros sufren y mueren entre racimos de muerte, de gases que mutilan el aire y que se apodera de su muerte y entre risas y prebendas de esos pocos que cada día son más fuertes, que envenenan el aire y las mentes. 
Orduña. Bizkaia año 2020
 Ante la mansedumbre de un pueblo que bosteza y se contiene ya que su sangre no hierve ya en sus venas. Hoy quiero que tú, amigo, dejes tu mano entre mis letras y te insertes y te dejes el corazón entre mis palabras y formes parte del arado que plácido, abre surcos en la tierra… tu tierra… y te mezcles en mis versos que te suplican a la puerta de tus oídos: que el amor está concebido para los hermanos, con las manos limpias, tanto tú como los que dejaron de vivir en este mundo, ya que sufrieron mucho y amaron mucho, y que ese sufrimiento no fue en vano, tras los años consumados. Sé que somos muy lentos en enderezar ese menudo cuerpo que camina por la estepa, descalzo y sordo, el que me costó alcanzar un día de mi invierno. Marchas dejando parte de tu ajuar, para encontrar el poco honor que aún nos quede. Hay que entender que los sueños son nuestros sueños. 

Orduña. Bizkaia. años 50...
Y si no los alcanzas lo entiendo, ya que la justicia, aunque esté en los papeles no está en nuestro entendimiento y cada ser piensa más en los emolumentos que a pocos les acoge. Son solo de ellos y la editaron solo para ellos. La perfección es una sátira y yo nunca veré ese emolumento en ti. Ni te sedujo ni te venero, solo camino junto a ti, como algo nuestro entre los prados de los que me alimento. Ni te sujeto ni te someto; no quiero amos ni propietarios, solo a ese dios y no el de ellos, el que puede estar instalado en nuestros corazones. La multitud se deja embaucar y cualquier figura humana se ofrece con sus gritos a ser tu creador, pero la luz brota cada mañana para todos los que abrimos la ventana. Y su claridad nos saluda y resplandece entre nosotros desde que el mundo es lo que ayer soñamos y hoy, con las mismas ganas, en esa vida ensoñada. Hoy entre cánticos de gloria y el tiempo tuyo por vivirte, te he conocido, quizás acuartelado, y duermes desde tu nacimiento. Cuerpo recubierto por la mentira selecta de los que siempre han dominado tu vida, seleccionándola para servirles por un puñado de sal ¡salario indigno y asilvestrado! con el que te duermen para luego dejarte en las cunetas, esperando a la muerte. Quizás una perversa enfermedad o algún un virus que inundan el aire y cierren tus parpados para que la luz no penetre en tu morada. Ni el aire ni la nieve. Hasta que los feroces tambores en tu cuerpo explosionen y abran esa vía de agua invadiendo tu espíritu y rompa las compuertas de tus años silvestres. Y las ansias se desfoguen en tus ansias de vivir, el nuevo derrumbe y te deje la piel al descubierto junto a tus pensamientos que hoy flotan en el aire que respiras, que respiro, que respiramos. 
Orduña Bizkaia. años 60...
Que provienen de tus versos, mujer. Y entonces eras tú la que se acurrucaba entre las orillas de los ríos y te dejabas el corazón en el intento. Intento que, acechando lo perfecto. Dejando tras de ti aquello que dolía, que hasta tu aliento se agiganta, por los campos y plazuelas, ente campanarios y solanas, y te seguirán las fieras, las bestias sin amos. Hoy en mi silencio acudo a una mesa y un papel en blanco para expresar mis retóricas… mis sentimientos… quizás mis frivolidades. Palabras que arrancan de una noche de mi invierno, donde los ojos solo ven la oscuridad de mi pasado tan incierto. Pero tus ojos se han mezclado en mi posada e, inquietos, han escudriñado, han estallado de versos, y tu ni siquiera te has excitado. Consciente soy de ser un afortunado, dando alas a mis dedos y latidos en mi costado, solo el poder coquetear con tus ojos, sin mis manos, solo con mis halagos. Amigo entre sonrisas del pasado, mirándote inquieto, veo tu aspecto tan puro e idolatrado sintiendo que evitas mis torpes halagos, aunque la embriaguez de la muerte esté durmiendo y cada día más cercana a mi lado. Intentamos alcanzar lo inalcanzable, tanto mujer u hombre acampado. Si no ves en ellos esa virtud que andas buscando, si no sientes ese calor humano que se desprende de sus cuerpos, no habrá tal virtud en tu costado y seguirás siendo un lobo bien amaestrado. Tu fuerza y pundonor si no la presientes en los demás, estas ocioso ¡vacuo ser! sin placeres y sin que nadie se fije en tu contenido. No compartas tus bien legados triunfos, ni la fuerza con que los lograste. Incluso dios se reirá de tus triunfos, mientras no entiendas que tus triunfos eran el soporte de tu existencia entre tus hermanos. -¿Quién eres tú ? me dirás enternecido. -Solo reclamo lo que es mío –me dirás. Pero todo lo hecho es una coma. Un punto y seguido. O, ¡quizás! 
Orduña Bizkaia. 06.08.2020
Una broma, con la inmensidad de océanos, o la tierra, hoy redonda. Tu misma, brizna eres. Y soy yo. Y somos en este cosmos donde deambulamos. Pero si somos campos de barbecho; ríos y océanos y mares eternos, vertebrados… donde posamos la semilla que hoy, incansable, se aferra a este mundo tan cruel e inhumano. Entre tormentas. Entre atroces pesadillas, esperando nuestra disolución que no apreciamos ya que somos materia, mujer hembra, hombre ‘insaciado’ sin escrúpulos. Somos naturaleza a la que nunca apreciamos. Una señora a la que avasallamos, aun sabiendo que su exterminación está en nuestras manos. Hoy los grilletes son nuestra conciencia y nos oprimen y avasallan nuestros tobillos entre argollas y cadenas que se unen a nuestras manos. Los jóvenes se ríen del pasado y los ancianos sonríen y se duelen, ya que siguen comprobando que el pasado vuelve con gritos desgarrados. Dejando pasar el tiempo. esperando la marcha del país de los sueños, descansando sus mentes en su solo presente compartiendo la risa y el llanto de un mundo alocado e incierto y donde los voceras de turno, los lobos amaestrados para el mal, tratan de convertirnos en malvados.
 07.08.20
 Antonio Molina Medina