LAS ALAMBRADAS…

 

Delika-Orduña y su valle. Euzkadi

Era un día lluvioso de su invierno, y se sucedían las carreras de piernas menudas y plantas imprecisas a la salida del colegio. Silban las notas de la tarde y cada pequeño cuerpo se dirige a sus casa para repasar y realizar los deberes que les han impuesto sus maestros.

Un niño suelta las utensilios de clase y se calza las botas 'cachuscas' y sin más dilaciones le dice a su madre:

-¡Mama!, tengo que ir a por las vacas, que se nos echa la noche encima y ya sabes que les prometí a los aldeanos, que iba a ir a por el ganado a la finca que está por detrás de la plaza de toros.

Delika-Orduña y su valle

-¡Cógete ese bocadillo que te he preparado!,  está encima de la mesa grande… -le decía su madre.

Arramplar con su trofeo y salió dando un portazo, dejando a su madre gritando por la forma de cerrar la puerta.

Bajó las escaleras de piedra a oscuras y salió del portón en dirección al caserío… solo… para decirles que ya iba a por el ganado.

-¡Que ya estoy aquí y no subo, me voy a por las vacas! les dijo.

Los aldeanos asomaron la cabeza por la pequeña ventana y le dijeron:

-¡Ten cuidado a la vuelta que se te echara la noche encima. Y antes de meterlas en la cuadra, les das agua del pilón!

-Valeé… -le contestó corriendo por la carretera.

Delika-Orduña y su valle

Al tomar la curva en dirección a la finca detuvo el paso y fue más templado en su recorrer y llegando a la finca ya las vacas le habían olido y se dirigían a la entrada de la angarilla cubierta por unas tiras de alambre de espinos cuyo soporte de madera estaba enganchado por un aro de alambre, como única llave de la finca; deslizó el alambre sobre el madero y apartó la cortina de alambres a su izquierda llamando a las rezagadas para su recogida y, de improviso, con la oscuridad ya intensa, sus ojos divisaron unos puntitos de luz entre la hierba y cogiendo un menudo gusano, se lo puso en la palma de la mano y dejo de dar luz… y mientras salían las vacas se fijó que al poco rato se iluminó el gusanito en su mano. (Su descubrimiento podía ser bien acogido por los aldeanos)…

 Pero se dio cuenta de que estaban ya las vacas caminando para el caserío y quiso darse prisa y confundió, por la oscuridad,  la puerta y se dio con la frente en una alambre de espinos marcándose la frente de puntos rojos… Pero no se inmuto, ya que no podía ver lo que se había hecho y siguió con las vacas por la carretera hasta el pilón donde bebieron agua y luego pasaron al caserío metiéndose en la cuadra ya que el aldeano tenía la puerta abierta para que pasasen.

 

Río Nervión- Delika-Orduña

Cuando entró la última vaca en la cuadra y al mirarla el aldeano le dijo.

-¿Qué has tenido algún problema?- Y le salió un ’¡redios!’ -mirándole a su frente.

-¿Qué  te ha pasado?... -Sube a la casa, alégrate y que te curen.

-La aldeana pegó un grito y se echó las manos al rostro al verlo y, corrió a por gasas y otros productos para desinfectar las heridas.

-Pero ¿Cómo te has hecho esto? -le decía la señora.

Él le contó a grandes rasgos lo sucedido, mientras ella le curaba.

-Menos mal que no te lo has hecho en los ojos, -le decía-. Tenéis el ángel de la guarda detrás vuestro… ¡leches!

Río de la Miel-Parque de los Alcornocales-El Cobre


Y ya curado, ya que solo fueron unos pinchazos leves y la sangre asusta al personal, ella le miró y se dio cuenta de que la mano derecha la tenía cerrada y le dijo:

-¿Que te has hecho en la mano que la llevas cerrada?

Y él la abrió y le enseño ese bichito de luz que el niño había descubierto, y ella le entró la risa y le dijo:

-¿Pero cómo has podido tenerlo en la mano con todo lo que te ha pasado?

-Es que, es que…. ¡Nunca lo había visto y se lo quería enseñar!

Sinovas Arande de Duero

Subió el aldeano y le contó a su señora la película de lo que le había pasado al chaval y, los tres terminaron riendo y acudió con él a su casa para decírselo a su madre para que no se asustarse al ver las heridas de la frente, que no fueron heridas sino pinchazos de las púas de las alambres.

07.09.21

Antonio Molina Medina