Me detengo en
mis pensamientos y mis dedos se dejan flotar,
mientras, miro
el teclado, tan negro, con sus manchas blancas
de nácar,
anunciando palabras que, hilvanadas puedan
llegar a sus
ojos. Traspasar la barrera de su alma para filtrarme
dentro de su
corazón. Ya que, catapultado por sus sentimientos,
se hace uno
más humano…, más tierno, capaz
de todos los
milagros plagados de sentimiento.
Eres el trozo
de cuajo
que mi madre
introducía en el barreño de leche para formar
buenos quesos,
donde el hambre mía se deshacía de elogios,
arropado por
la sonrisa que de su rostro fluía.
Hoy no tengo
motivos de hambre de pan…, pero sí de Cultura.
Y sentidos. Porque
mi mente necesita abrigo.
Y sonreír con
las cosas sencillas.
Como nos
demuestras día a día, que
compartes con
nosotros esa Universidad que brota de
tu cuerpo
sentido. Cuerdo…
Para que, una
montaña de seres te comprendan.
Y, como es
obvio, te respeten y te quieran,
por la fuerza
que proviene de tu mente
capaz de
trasformar nuestras conciencias.
02/05/17
Antonio Molina Medina