PRIMAVERA

¡Buenos días corazón!
¡Sí!, CORAZÓN, porque tú eres todo corazón. Tus latidos se han mezclado con los míos formando una música gloriosa, bien timbrada y juiciosamente humana. Ellos me aúpan desde que abro los ojos cada mañana. Es muy hermoso todo lo que aconteciere.

Un gato con botas sigue caminando por las praderas de la vida, tratando de acercar todo lo bueno que hay en ella, para quererla, con todo el corazón y el alma incluida. Es su destino, ¿Para qué negar? La primavera está al caer y quería prepararte un poema, pero abro un libro de Hernández y ¡Sorpresa! ¡Está hecho! Ahí te va mi LUNA, lo poco que he compuesto que ella te ofrece.

Acomete, con ilusión contenida, un nuevo día, corazón. Aférrate a su mano y a  todo su ser, para que su sonrisa brote un día más en vidas.

Sueños... sueños... soñemos juntos por este laberinto, con las palabras y versos que surjan de nuestras bocas masticados con acierto por esa pedrería de marfil. Besos añorados eternamente humanos Que su mente no olvida. Acunando sueños repletos de esperanza; manantial de agua que limpió su corazón.
MUJER
Y se derribaron los muros.
Y las columnas de mármol
se empotraron contra el suelo.
Sus añicos intratables
en partículas volaron
hasta tu rostro de almíbar.
Las depositó en sus labios.
Los zumos de las delicias
que prestó los recogía
con amor y algarabía,
y su corazón volaba
entre nubes blancas
de sueños bañado.

Antonio Molina Medina
26/08/18

ABUELO


Los vi en los caminos y los reconocía.
Eran la semilla de donde nací.
Tuvieron que morir para que yo naciera
junto a los olivos.
Un día de octubre,
acudí a su pueblo y los encontré
lleno de pertrechos.
Él y su mujer
y también sus hijos, me sonreían.
Viví ese capricho, desde no sé el tiempo.
Tanto me hablaron de él en sus recuerdos.
Pero… No esperaba verlo. Me lo encontré.
Sin rostro. Sin miedos. Con su nombre a cuestas.
Ella me lo dijo que un día ya lejano
se lo arrebataron.
No supo por qué, así me explicó
mientras me cobijaba desde que nací
cerca de su pecho en su largo invierno.
Mirando la vega lo vi caminar
en su propio pueblo. Su sombra atraía
todos los suspiros, y deje mi sombra,
junto a sus recuerdos.
Antonio Molina Medina
19/08)/18

DESDE SU LIBERTAD ENCONTRADA


Volví a mi sombra, la que me protegía,

en mis noches de estrellas
que afrontó mi cuerpo, del rocío que
mojaba mi conciencia entre olivares y hienas.

Sombra mía de antigua figura, cuando las
ortigas enarbolaban sus finas y plisadas hojas
cual alimento para la gallinas y pavos y crías.
Sombra antigua, la que nos dejó entre reatas
de hormigas en días de luto, días de sequía,
que todos tememos. Hoy la buscamos
como un salvavidas, donde las aguas solo
acaparan su figura, mientras la sangre de
un niño se desliza junto a la suya, sus ojos
se encuentran y su figura se ensalza y se
quiebra entre regueros de hormigas voladoras,
capaces de salir de la nada, por todas las rendijas.

¡Ay, mundo! que vives sin sueños, sin voces
que tiemblen por el pavimento, donde las palabras
buscan libertad, en los rincones olvidados de
su invierno, escondrijos relegados. Sombras que
supuran descubriendo su cuerpo, entre los cartones
y polvos de olores su cuerpo.

Hoy ríe con ganas y bosteza nauseas de brea
que dejo atrás su cuerpo, porque se siente libre
con los niños que llevamos dentro, jugando
en la parva, como una hoja en el viento.
Porque yo no soy nada, solo escribo palabras
rellenando los surcos del arado que aprieta mi mano,
donde el hombre se expresa y calla sin aliento.

Llegue con cautela al otro lado de la valla
al llegar a su invierno y sentí las punzadas
de mi tiempo postrero, que se aferra a mi alma.

Triste momento que, como un lamento mi nombre
se me escapa de dentro: ¡ Antonio Molina Medina
de la vega de Granada! implicado entre voces de
muertos que me reclaman  palabras, depositando
los versos que derrama mi alma.

Muy cerca de mi rio, de los ríos que circulan por
mi alma, donde lo humano se precipita sin salario
pero con el azul de su mirada, cual briosos destellos
que el viento ataja, para mezclarlos con las hojas
de sus lágrimas.


Palabras puras. Impuras palabras, pero con alma.
Folios despedazados mezclados con sangre y agua,
la sangre derramada entre tenue luz y cal viva
donde se mezcla el amor, la esperanza y la nada.
Yo no soy nada, ni la nada me ampara, solo la
libertad será hoy mi amada, su voz frente a
las alambradas. De la farsa de voces que hablan,
son solo palabras, mentiras que dicen,
donde las horas se pasean por el tiempo y la luna
nos castiga con su sabia, entre relojes de arena y palma.

Como gallo sin cresta, entre voces y sombras
se repite el pasado.¡ No hay lugar a la esperanza!
Sin recuerdos ni agravios, sin sabores a alcobas
donde fluía la sangre peregrina y fecunda que
nos robaron, sin noches de gloria, sin templanza.
Los pupitres se llenan de turbaciones y los hombres
se mecen entre las brasas, buscando los caballos
que relinchan retumbando por el pavimento
sus fieras pisadas. Pisadas de niños que gritan ¡reclaman!…
Muy cerca de su alcoba buscan su agonía, agonía… agonía.
Entre el equilibrio que encontró en la pradera
oculta entre sombras que abrevaron su alma.

Reptiles amaestrados recorren las ciudades.
Las hormigas se agitan en las madrigueras
y las cucarachas se descarrían por las baldosas
de la cocina; los rompientes de la mar se acercan
envueltas en saliva y las ratas se afanan
en acicalar las alcantarillas. Cercados, los hombres
se agigantan y se pliegan unidos, fabricando
el barro y la masilla, moldeando cuerpos
que reman la noche, mientras las sombras, su sombra,
corren y corren… buscando asfixiadas su salida.
Antonio Molina Medina

10/12/16


SU MENTE


Hoy no he podido plasmar en una simple hoja de papel
lo que muchos pensamos.
Es triste reconocer que cuanto más tenemos
menos felices somos.
Quizás sea porque antes no podíamos, casi,
ni llenar los estómagos.
Pero teníamos a los seres queridos
que ya nos abandonaron.
Pero tenemos que seguir.
¡Tenemos que sentirnos vivos y libres!
O ¿acaso el murmullo del viento cuando
nos sopla en la cara y nos hace sentir que aun
seguimos vivos, no es suficiente motivo para llorar a
los que nos dejaron? ¿Y reír que aun seguimos
contemplando los mares y los ríos y
las personas con corazón?  
Que aun las hay en este mundo de miseria
que vivimos pero, a pesar de todo,
miras por la ventana cuando te levantas y
sonríes a un nuevo día.
Una nueva alborada, respirando con
fuerza ese hálito de aire que entra en
los pulmones como un rayo de esperanza.
Antonio Molina Medina
05/08/18