Volví a mi
sombra, la que me protegía,
en mis noches de
estrellas
que afrontó mi
cuerpo, del rocío que
mojaba mi
conciencia entre olivares y hienas.
Sombra mía de
antigua figura, cuando las
ortigas
enarbolaban sus finas y plisadas hojas
cual alimento
para la gallinas y pavos y crías.
Sombra antigua,
la que nos dejó entre reatas
de hormigas en
días de luto, días de sequía,
que todos
tememos. Hoy la buscamos
como un
salvavidas, donde las aguas solo
acaparan su
figura, mientras la sangre de
un niño se
desliza junto a la suya, sus ojos
se encuentran y
su figura se ensalza y se
quiebra entre
regueros de hormigas voladoras,
capaces de salir
de la nada, por todas las rendijas.
¡Ay, mundo! que
vives sin sueños, sin voces
que tiemblen por
el pavimento, donde las palabras
buscan libertad,
en los rincones olvidados de
su invierno,
escondrijos relegados. Sombras que
supuran
descubriendo su cuerpo, entre los cartones
y polvos de
olores su cuerpo.
Hoy ríe con
ganas y bosteza nauseas de brea
que dejo atrás
su cuerpo, porque se siente libre
con los niños
que llevamos dentro, jugando
en la parva,
como una hoja en el viento.
Porque yo no soy
nada, solo escribo palabras
rellenando los
surcos del arado que aprieta mi mano,
donde el hombre
se expresa y calla sin aliento.
Llegue con
cautela al otro lado de la valla
al llegar a su
invierno y sentí las punzadas
de mi tiempo
postrero, que se aferra a mi alma.
Triste momento
que, como un lamento mi nombre
se me escapa de
dentro: ¡ Antonio Molina Medina
de la vega de
Granada! implicado entre voces de
muertos que me
reclaman palabras, depositando
los versos que
derrama mi alma.
Muy cerca de mi
rio, de los ríos que circulan por
mi alma, donde
lo humano se precipita sin salario
pero con el azul
de su mirada, cual briosos destellos
que el viento
ataja, para mezclarlos con las hojas
de sus lágrimas.
Palabras puras.
Impuras palabras, pero con alma.
Folios
despedazados mezclados con sangre y agua,
la sangre
derramada entre tenue luz y cal viva
donde se mezcla
el amor, la esperanza y la nada.
Yo no soy nada,
ni la nada me ampara, solo la
libertad será
hoy mi amada, su voz frente a
las alambradas.
De la farsa de voces que hablan,
son solo
palabras, mentiras que dicen,
donde las horas
se pasean por el tiempo y la luna
nos castiga con
su sabia, entre relojes de arena y palma.
Como gallo sin
cresta, entre voces y sombras
se repite el
pasado.¡ No hay lugar a la esperanza!
Sin recuerdos ni
agravios, sin sabores a alcobas
donde fluía la
sangre peregrina y fecunda que
nos robaron, sin
noches de gloria, sin templanza.
Los pupitres se
llenan de turbaciones y los hombres
se mecen entre
las brasas, buscando los caballos
que relinchan retumbando
por el pavimento
sus fieras
pisadas. Pisadas de niños que gritan ¡reclaman!…
Muy cerca de su
alcoba buscan su agonía, agonía… agonía.
Entre el
equilibrio que encontró en la pradera
oculta entre
sombras que abrevaron su alma.
Reptiles
amaestrados recorren las ciudades.
Las hormigas se
agitan en las madrigueras
y las cucarachas
se descarrían por las baldosas
de la cocina;
los rompientes de la mar se acercan
envueltas en
saliva y las ratas se afanan
en acicalar las
alcantarillas. Cercados, los hombres
se agigantan y
se pliegan unidos, fabricando
el barro y la
masilla, moldeando cuerpos
que reman la
noche, mientras las sombras, su sombra,
corren y corren…
buscando asfixiadas su salida.
Antonio Molina
Medina
10/12/16
Rios que fluyen desde el sentimiento.
ResponderEliminarQué bonita manera de transmitir emociones, amigo mío.
Un deleite disfrutar de tus entradas.
Muchos besos.