¡Ha quemado sus
naves por seguir sus pasos!
¡Ha cavado la
tierra por compartir sus frutos!
¡Ha vivido
pensando en un amor tan puro,
que se olvidó de
él!
Y en la curva del
camino
apareció el vacío
silencioso.
Se aferró a sus
dedos, saltando hacia él.
13/03/17
Antonio Molina
Medina