ALGUIEN ME RECORDÓ DE DONDE ERA


Molino el Águila (Río de la Miel)
Acudí a envolvedme con versos, música, cante y palabras.

Era un cuatro de marzo dos mil nueve en el corazón de Bilbao.

Las letras que, José María Velásquez recitaba.

Laura Vidal transformaba en ‘granaína’, solea, cantes de Jerez…

El rasgueo de la guitarra de las manos de Eduardo Rebollar, soñaba con regresar.

Yo me deje de llevar y me recordaron de donde era. De donde soy.

De donde vengo. Y adónde voy. Y me sentí miembro de esos lugares

De donde me parieron. De donde nunca me debieron de trasladar.

Me recordaron que estoy vivo. Que necesito vivir de mis recuerdos.

Rebuscar en mi corazón maltrecho. Y no dejar marchitar los recuerdos.

Volaba por Granada. Romiya perforaba mi memoria.

Pepe el romano me gritaba y la Bernarda con  sus ojos ciegos me confortaba.

 

Quisiera morir allí y no vivir de recuerdos. Recorrer de día sus campos y

su vega inmaculada. Pisar la tierra y la sangre que en ella se vertió por defender nuestra casta. Sentarme a orillas de sus ríos. Del Darro de los suspiros, que dio con pena y no gloria el rey chico de Granada, expulsado de la Alhambra.

Sus lágrimas se esparcían por toda la tierra mía. Llorar por ella. Soñar con ella, cuando la vida se agota. Las hojas se marchitan, lentamente se deslizan, para que alguien las recoja las ponga a secar formando lazos dorados, arrojándolos a las aguas de los ríos

envueltos en sangre, y regresen a la vida en nuevos romances.

Antonio Molina