CASI CUENTOS. CUENTOS CASI REALIDADES

II
Montarse en su barco sorteando las olas, se colocó a su lado presto a remar; soportando galernas, para no naufragar.
Porque apareció una sirga, colgaron la colada, sujeta a su manzano con su Abuelita del alma. Traspasando mundos, continentes lejanos, sujetos entre barreras de Corales y porteadores a caballo que, entre sueños…, sus saludos les dan, se dejan atrapar.
Barca con las velas desplegadas, soportando los vientos y algún vendaval, los que soplan de su calma. Aguerrida, luchadora incansable, que empuñas amarras, a los cables de sus vidas.
La brisa y su sonrisa se adhieren a los vientos, les provoca la calma. Sabe llegar a puerto y replegar sus velas, consolidar barco firme con su cuerpo de sirena; descender a la tierra y acercarse al manzano para poder cobijarse en su sombra.

Él le mira a los ojos, quedando prendado de ellos, se acurruque entre ellos que saciaron su sed, apaciguaron su ceguera, su sequedad y no dejo de mirarla. Cual gacela en libertad.

Desde su amanecer. Se aferró a su mano desalojando los muebles inservibles y huecos, retorcían su figura. Remendador de heridas que su cuerpo soportaba. Chispear de partículas que el aire las transporta que alimenta su cuerpo y da vida a su alma de todo lo que respira. Se acercó a la mesilla reviso sus cajones y encontró su nombre con membrete dorado, y beso sus letrillas las paso por sus labios, de una niña encantada, con puntillas en su falda y pantalones de felpa; medias de finos trinos, suntuosos zapatos, dan soporte a su cuerpo cual columnas de alabastro. 

Los sueños… nuestros sueños…, los que nos hacen volar, caminar juntos, compartiendo la Luna, la que nunca nos abandona, ni abandonará…, la que llena nuestras vidas, nos transforma de ilusiones, nuestras ilusiones.

Mientras el tictac del reloj de nuestras vidas sus manecillas imparable nos incitan y nos percatan que el tiempo no se detiene, su cuerpo reposa en una eterna pared. Mientras ella zurce con agujas doradas las heridas que provocan la vida, las impregna de calma, deposita en sus manos, las coloca en su mesa y las hace manjar… fruta y vino, limpia de impurezas, en cuerpo encubado de sueños, tolerancia, libertad… Se asomó a su ventana, mencionando su nombre le indicó el camino por donde transitar. Él se encontró envuelto en sus cuentos, sus cuentos, en hatillos, escaleras, recovecos del techo y en pequeña lobera… Ella es, un almacén de sueños, caja de caudales, repleta de joyas preciosas, de perlas que relucen que en de su cuerpo rebrota, sentimientos nobles.


Ella les llena sus almas, alumbrando corazones ardiendo de dolor pero, inflados de ilusiones, que ella les provoca, sin saber, sin pensar, por su naturalidad. El poder de su
sonrisa, nos atrapa, nos engulle, nos dejamos atrapar. Cubre sus cuerpos con su agua, y  les enjuago con su erupción. Ella, nos ofreció su pañuelo para secar nuestro rostro inundado de sal. Mientras, envuelta entre pucheros, los que su rostro refleja, manteles de seda, se sentía pequeña. Pero era grande, muy grande y pequeña… de su esbelto cuerpo forjaba conciencias, la ficción supera. Y cuida su huerto ya de pasto blanco, rebrote de semilla, que crecían en su huerto. Sus plantas crecían y toda la savia que mana de su alma, de su calma, de su cuerpo, de su corazón.
Antonio Molina Medina

26/02/16