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Sinovas-Aranda de Duero-Castilla León |
Hoy
estoy pensativo y me descalzo para caminar por las orillas del río de la Miel…
Es
que eso era y fue lo que tuvimos y conocimos, y nos hizo soñar en nuestro tiempo,
depositando todas nuestras esperanzas en ese río que lamía nuestros campos depositando
esa agua pura, y limpia y fresca, y necesaria para dar la vida a nuestro ganado,
y para alimentar a las raíces de nuestros sembrados...
Era
una algarabía, ya que, mientras las bestias bebían su agua, nosotros bebíamos a
su lado, aferrados a los cuernos del ganado o a las cinchas de las bestias de
carga, para evitar algún encontronazo.
Hoy, esos recuerdos tan sencillos, o simples, son los que azuzan mi corazón y lo dejan plácidamente sereno, ya que la fortuna era haber podido sentir hoy la siembra… envuelta en nuestras cosechas. Ese amable y sentido sueño en nuestras vidas, hoy… ya consumidas. Pero aun nos aferramos a esas colmenas repletas de menudas abejas que nos proporcionaban la miel exquisita de la que cuidaban nuestros padres y familia para sacar su plácido néctar; la melaza que, generosa, almacenaban nuestras madres en esas cocinas de techo de hojalata, muy cercanas a las chozas de piedra y barro, y de cañas y helechos en sus tejados. Los que, cada cuatro años, nuestros mayores cambiaban por la sequedad que daba peligro a la lumbre, y las goteras.
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Sendero río de la Miel-El Cobre. Algeciras |
Pero
sí que la fortuna estaba siempre al lado de
nuestros menudos cuerpos ya que, podíamos soñar y vadear los ríos con las zapatillas
de esparto en nuestras manos para que no se mojaran, ya que era mucho el coste
para poder comprar otro par de piezas en nuestras familias.
La
candela era nuestro refugio en los inviernos y en las noches oscuras. Con una
simple vela nos alumbrábamos junto a esa palomilla que alumbraba nuestra cama:
un vaso de agua con aceite y una mecha hecha con la cera de un mixto acompañada
con un trozo de corcho y un cartoncito que alumbraba nuestras noches oscuras y
algunos un menudo carburo alumbraba nuestras noches.
El
sueño era profundo ya que nuestras vidas no estaban hechas de sobresaltos por nuestras
menudas edades… Y placía la noche ... Y no conocíamos la maldad. (La que hoy abunda
por los parlamentos por aquellos que alimentamos de nuestros impuestos).
Las
puertas no se cerraban por la noche, solo una cortina nos separaba de la calle
ya que el ladrón podía ser él el robado.
La
algarabía entre las aves de corral, se sentía desde hora muy temprana y los cuerpos
protestaban por el poco descanso que le dábamos. La vida seguía sin fisuras y el
pan se compartía como hermanos.
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sendero río de la Miel. El Cobre Algeciras |
-
Niña… ¿cómo andamos hoy de comida? - le decía su tío a su mujer.
-
¡No hay muchos garbanzo en el puchero! - le decía ella - Y somos hoy muchos, ya
que estamos los nuestros y los nietos y también los sobrinos.
Juan
se rasca la barbilla y se pasea por el patio… y, de improviso, se vuelve y llama
a uno de sus hijos y a su sobrino, y les dice:
-
antoñillo, acércate a donde tu tía Mercedes, y te metes en la cocinilla y miras a ver que
tienen en la lumbre, en la perola, para comer hoy… pero… que no te vean.. Solo
lo miras y me lo dices.
-
Enrique, tu acércate a donde tu tía Pepa, a ver que tienen hoy para comer… y te
digo lo mismo: que no te vean lo que haces… luego me lo dices.
Volvimos
de ver tanta escasez de alimentos en las perolas… No sabíamos
cómo decirle como estaban de alimentos. Ya que él savia los que se juntaban
a la hora ce comer en cada casa.
Él
nos miraba y, sin preguntarnos, viendo la cara que poníamos, nos decía muy serio:
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Rio de la Miel. El Cobre. Algeciras |
- Antoñillo: tu vete hoy a comer donde tu tía Mercedes. Y tú Juanito… veta a comer a donde tu tía María…
Así
trascurría nuestras vidas… compartiendo con las familias lo que tenían para mitigar
el hambre…
¡Y
ahora nos vienen dando lecciones de no sé qué los que nos hicieron abandonar a
nuestras familias y ser emigrantes! ¡Toda una vida! Y menos mal que algunos encontramos
a familias como las que habíamos dejado detrás nuestro, a las que, hoy,
les estamos agradecidos por darnos trabajo y comida en otra parte de nuestra tierra, y
asumir que éramos, emigrantes.
Precisamente
hoy los sucesores de los que fueron capaces de abandonar a su pueblo por el rencor
de una guerra incivil con la que nos masacraron, nos vienen dando lecciones de patriotismo…
y de banderas. Pero de lo que nunca fueron capaces es de despegarnos de nuestra
tierra y Cultura, sino que nos afianzaron más en nuestras ideas y en no olvidar
a los que tanto nos enseñaron… en la tierra donde nos parieron: ¡Nuestra
Andalucía!
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Algeciras. Nación Andaluza |
Antonio Molina Medina
08.04.20
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