MADRE


¿Qué queda de aquél cuerpo maltrecho que dio vidas a un mundo sin cielo? Su cuerpo destrozado, mutilado, acumulador fue de sueños rotos con el paso del tiempo; de corazones que surcan por los mares sin destino ni tino pero plenos de vida aún no consumida. Solitarios inciden en su propio destino, caluroso e inerte, que se acumula en su vientre enraizado y celeste.

 

¿Dónde queda el oro-prenda que protegía su vida, dando su parabién al compás de su brisa y sus tristes vivencias? Lejana queda su silueta. De arrugas es su cara, de silencio quedó su morada. Verde azul, triste y sonora será su conciencia. Frío inerte. Puntuosa y sabia. Cual murmullo soluble cobijaba su sombra, donde nos protegías del vendaval y las brozas.

Como ascuas encendidas al calor de sus llamas aún calientan sus cenizas, donde todavía brota el beso que con mimo nos dabas… mujer… hembra… madre… hermana…

 

Antonio Molina Medina