UN DÍA CUALQUIERA

Un día, en cualquier esquina, encontraré la luz que
mueve sus pasos, la que deslumbra sin querer sus
movimientos. Los senderos por donde se comunicó
con otras gentes, con otros credos. Sí que es verdad
que busca lo imposible y lo sabe, porque la vida se lo indica.
Camello jorobado, cangrejo de
una pinza. Sol que aprieta sus rayos sobre su cuerpo
acongojado. La suerte está echada y mira a los lados
buscando esa llama que alumbre su costado,
de donde brotan surcos de tierra, incómodos y pesados.
Árboles inciden en su cuerpo y no le deja mirar al horizonte,
ya que lejano lo ve con una salud aterciopelada,
firme, caudal de agua manantial.
Vino tempranillo del año,
donde el caldo se hace fuego en el paladar.
Miro sus labios y saboreo su resplandor, capaz de
sustentar a la propia muerte que aún retumba en sus oídos.
Ya sabe que el final, está cercano. Ya presiente que
los ángeles miran para otro lado cuando discurren a su lado.
La felicidad no está en sus manos, ya que, como mortal,
el tiempo se posó a su lado y miró de soslayo para
otra parte, donde de veras se acumulan los peces,
el pan y la sal que deja que su cuerpo siga
sediento de un amor desesperado.
De verdades, acomodándose al curso del pasado.
No encuentra sitio en su costado y aquello que desea y siente
jamás lo encontrará…
Ya la corriente es más fuerte y llena de hojas que cubren
las aguas puras de su mente. Se aferra a ellas y ve lo que
un día perdió por las veredas. Impasible, sigue caminando
por este vertedero que la vida le indica, que todo es un manjar
para su cuerpo.
Algún día será su complemento.
Por lo que lucha, siente, y vive.
Porque no está muerto y quiere
Porque es humano y ama.
Porque sin amor estaríamos muertos.
30/01/17
Antonio Molina Medina