Sosegado, se sienta en una mesa con un Té rojo en su
taza y un pequeño tentempié para alimentar su cuerpo. Risas y charlas animadas
inundan la atmósfera mientras se consumen unos chatos de vino. Desde su burbuja,
aislado del mundo, los folios desliza cubriéndolos de garabatos con tinta
morada, que le visitan el pensamiento al borde de la ría milenaria.
La felicidad está a nuestro alcance, aunque las voces de
los diabólicos seres que enturbiaron tu alma no dejen de repetirte:
-
¡Deja
lo que has emprendido! ¡Retírate a tus inviernos! ¡Disfruta de la vida! ¡No te
la compliques más! ¡Aprovecha tu momento!
¿Qué te importan los demás? Aférrate a una mano amiga,
que mi alma me dice, que no te fallará. ¡Siéntete seguro en tu soledad!