VIVIR

Hubo un tiempo en que llovían
grumos de barro que cubrían su cuerpo.
Lentos eran sus pies.
El barro acumulado
aminoraba sus pasos,
ahogado en su respirar
inmerso en su legado.
Las rosas rojas muy rojas
se cruzaron a su paso
y él se aferro a sus tallos.
Broto la sangre en sus manos
que él cubrió con llanto
masticando con la sangre
su orgulloso pasado.
Hoy lejano y conformado
mira el camino ya andado
y sonríe trasformado
dejando atrás sus miserias.
Que despegó desde el suelo
de ese cuerpo acomodado.
09/09/14

Antonio Molina Medina