Hubo
un tiempo en que llovían
grumos
de barro que cubrían su cuerpo.
Lentos
eran sus pies.
El
barro acumulado
aminoraba
sus pasos,
ahogado
en su respirar
inmerso
en su legado.
Las
rosas rojas muy rojas
se
cruzaron a su paso
y
él se aferro a sus tallos.
Broto
la sangre en sus manos
que
él cubrió con llanto
masticando
con la sangre
su
orgulloso pasado.
Hoy
lejano y conformado
mira
el camino ya andado
y
sonríe trasformado
dejando
atrás sus miserias.
Que
despegó desde el suelo
de
ese cuerpo acomodado.
09/09/14
Antonio
Molina Medina
Y sigo disfrutando de tu hermosa poesía, Poeta.
ResponderEliminarEnhorabuena por tan maravillosa inspiración.
Besos.