Y yo me lancé a tu río
y me dejé llevar
por la corriente que surge
del profundo manantial
que de tu cuerpo surgía.
El agua que tú desprendes
es olorosa, contagiosa y muy
surtida,
sólo con mirar tus ojos, tu
boca
y tu candor. Tu agua me
trepanó
envolviéndome en su gloria.
Tus besos son imposibles
pero los recibo del aire,
ése que los dos respiramos
revoloteando mi antes.
antonio molina