Las cosas han cambiado de lugar.
Las veredas han desaparecido
con el paso del tiempo.
Los manantiales están ocultos.
Los nidos de los pájaros han volado
a otros lugares más humanos.
La intensidad de luz, que antes nos
cegaba,
ya no llega ni a las fogatas que
surtían el cuerpo.
La apacible mirada del hombre se
ha descompuesto; su arrogancia nos
daña.
La soledad se mece incansable
en nuestro pecho e invade nuestra
alma.
Las flores se lamentan de que nadie
las mire.
Los ríos son profundos, sin agua que
los sacien.
La humanidad bosteza y fenece.
Porque los sentimientos son cascos de
caballos.
galopando con furia, ocultándose en la
noche.
13/04/17
Antonio
Molina Medina