TÉMPANOS DE VIOLENCIA

 

La muy noble y leal ciudad de Orduña-Bizkaia

“Le decía ‘Demódoco’ a Sócrates: Pues ‘ea’, vamos. Según Sócrates, todas las criaturas seguramente se desarrollan de los mismos modos, así las que se crían de la tierra como los animales y entre ellos también el hombre. Y bien que, con las plantas es cosa que nos resulta de lo más fácil a todos los que labramos la tierra, el preparar todas las cosas antes de sembrarlas, y la siembra misma; pero una vez que lo sembrado cobra vida, a partir de entonces, los cuidados de lo ya crecido se van haciendo muchos y duros y difíciles.”

 

La muy noble y leal ciudad de Orduña-Bizkaia


Hoy siguen tirando de mí esas enhiestas figuras, tras su conocimiento tan sencillo y bien aprendido, después de caminar por las avenidas de las letras... aunque aún le cueste adornar esas figuras con los puntos y la comas y otros signos para comprender, desde el corazón y mente, las palabras plantadas en el huerto del saber, ya que la incultura a la que lo sometieron los –talibanes- blancos, entre dioses de espanto y de muerte e infierno, donde el cielo quedaba muy lejano, ya que solo lo conocían ellos. Y ya desde la tierra removida, y de entre los terrones en los que me apoyé sin miedos, ya, sin templos que se derrumben entre las masas adormecidas al tañido de las campanas que dirigen pasos y cuerpos directos al precipicio de la nada donde la masa nos conduce inapelablemente.

 

La muy noble y leal ciudad de Orduña-Bizkaia

Percuten los tambores de guerras por doquier; amontonados cuerpos ya sin sentidos, cuyos esqueletos se abrazan sin pudor, ya sin la sonrisa que les pusieron cual androides bien uniformados, abandonaron el barco entre las olas de los océanos y mares en silencio… Otros abandonan el barco de su patria entre aplausos y rencillas, llevándose en sus maletas las golosinas de las que se apropiaron indecentemente, para resurgir donde puedan acumular riquezas sin mesura, de incalculable valor, aplastando y pisoteando a esas banderas que ellos tanto amaron, mientras las patrias se quedan en sueños malparidos y bien adiestradas por los que llenan sus bolsillos a costa de la miseria humana, ya que están y son poseedores de la verdad de sus palabras mientras las aguas de los mares se nutren de seres humanos y sin ropa que ponerse para morir ahogados en su muerte.

La muy noble y leal ciudad de Orduña-Bizkaia


Antonio Molina Medina

 16.04.23