ORDUÑA (BIZKAIA) ENTRE SUS MURALLAS, LA CIUDAD NOS HABLA

 

Ciudad de Orduña-Bizkaia- País Vasco

ORDUÑA (BIZKAIA) ENTRE SUS MURALLAS, LA CIUDAD NOS HABLA

Se destapa el día y su mente se detiene un instante, solo un instante, y capta al momento sus años de gloria. Cuando los vivió sumido en la tierra: labrando los campos, correteando por ellos, paseando animales, por esos barbechos donde el odio no existía. Ni el miedo de antaño en nuestra menuda edad…

Museo de Orduña

La lluvia nos envuelve y cae con furia sobre la Ciudad. Es una cortina la que fluye del cielo limpiando sus calles, limpiando los cuerpos que aceleran el paso para protegerse de tal vendaval.

Pero la Ciudad se muestra sonriente, los años no pasan por ella. Ni sufre, ni se duele. Sonríen sus calles y sus callejones. Aún veo pelotas de trapo donde los chavales jugaban al fútbol imitando a Gainza, Iriondo, Carmelo, Zarra... ¡también al Chopo! en sus palomitas, para no olvidar.

La vida continúa. Sigue erguida, vivaz y altiva. Pasé por ella y absorbe su tiempo… mí tiempo. Ya no me dolían los malos momentos, solo florecía lo bueno y rebueno que en ella me dieron. Aún, sus puertas, hoy siguen abiertas. No cobran por verla ni por admirar sus calles ni sus monumentos.

La vida continúa y salió a mi encuentro.

Orduña- Bizkaia.

Le vi sonriente, en silla de ruedas, al que un día compartió sus manos-mis manos, un torno ‘Matéu’. Mi educación, mi paso al trabajo con amor y sin ira… Me acerqué a su lado y disfruté su sonrisa. Los años pasados se dejan mecer, se cuelan con fuerza entre el jolgorio, entre el calor humano que aún brota de su pecho. Su corazón aún sigue latiendo a pesar de los años ya que en su abrazo dejó el corazón envuelto en su sonrisa, que, cual brisa, corría por mis manos. Lo que el tiempo no puede dejar de lado.        

La música retumba por los hastiales en toda la plaza… entre chistus y tamboril de cuerpos añejos los que le comen años a su tiempo; ¡pero aun así!

No olvido su cara ya que su corazón vibraba en su pecho, aun en silla de ruedas. Pero vi en su mirada… sus ojos de antaño.

Antonio Molina Medina

08/05/16