De aquellos granos de trigo
los que con mimo apartaban,
que brotaban de la trilla
cuando aventaban la parva.
Eran para la nueva semilla.
Para la nueva cosecha,
la que brotaba muy verde
resaltando entre la hierva.
Con qué cariño miraban
los primeros brotes de trigo,
del maíz y la cebada.
Eran los primeros tallos
que de la tierra germinaban
para convertirse en espigas
con su dorado recuerdo,
las que el viento balanceaba.
Grano sois. Tallos jugosos.
Espiga briosa que emergiendo
de la tierra
nos colmáis de vida y también
de esperanza
para solazarnos con vuestros
versos
como hadas con alas,
las que recorre los campos,
las veredas y cañadas
esparciendo la semilla
para almas necesitadas.
Vuestras espigas brotan
de su flor, y también de
vuestras almas,
compañeras no sois vuestras
sois vidas compartidas,
de los oídos que escuchan
y de almas que os aclaman.
El poeta su verso escribe
y si es que alguien lo lee,
lo ojea o recita,
pasa ya a pertenecer
al que el corazón se le
agita.
La vida…, la vida,
la verdadera vida
es la que provoca el llanto,
la risa, la alegría, la que
brota
de vuestro rostro, con voz
encendida,
con su llanto y sonrisa
alegre y herida.
Esa es vuestra vida.
Antonio M. Medina