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Sinovas pedanía de Aranda de Duero... Castilla y León |
Con la mirada puesta en
la cuestecilla del camino, el que, encrespado, me hace subir a los aposentos
donde un día no lejano brotaba de su bodega ese buen vino y corazones
inexpugnables y líricos.
Una voz firme y serena
me mandó su sonido desde un banco de madera que se encuentra en la entrada de
su cueva… cuya alma me incita a acompañarle y hacerle compañía… aunque un tanto
extrañado de su presencia. Sin dilación me detengo y acudo a su llamada que,
como un susurro, perfora mis sentidos que ardorosos y fieles no dudan en
caminar a su lado a través de las sombras de su alma, mi alma…
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Sinovas pedanía de Aranda de Duero... Castilla y León |
Mientras, rugen los motores de las cosechadoras que irrumpen en los campos poblados de trigo y cebada… pero su recuerdo y su espíritu me apartó del camino para saborear esa copa de vino que de sus manos brotó, apetitoso manjar, del que, sediento en mi caminar, dejó aliviada mi garganta con ese caldo que se deslizaba por la garganta de los vivos.
Ese vino suave, color
rojizo, con sabor a tierra recién labrada... La muy excitante obra de
unas manos bien curtidas, que lo prepararon con mimo, que lo dejaron reposar y
fermentar, y colorearse con sus suaves dedos añosos… Líquido que choca entre
los dientes para descolgarse por la tronera del río de la garganta
posándose en la bóveda del cuerpo.
-¡Entra y sentémonos a
degustar este nuevo vino de la última cosecha! -Me incita el anfitrión- Y sin
dilación, después de un saludo compartido, nos sentamos a saborear lo que el
Dios Baco nos ofrece.
-Baja tú a la bodega,
amigo, que mis piernas ya no me responden como yo quisiera -me susurra el
anfitrión.
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Me deslizo por las escaleras de su cueva después de encender la bombilla que surte a su bodega, y atrapo una botella, y la subo sin dilación hasta la mesa ya dispuesta con dos vasos y el abridor que tiene entre sus manos.
Una pequeña explosión
suena de improviso y Él sonríe, y llena los vasos del líquido sagrado… coge su
vaso, y lo mira al trasluz, y lo remueve tembloroso, y muy suavemente... y el
líquido se mece en las manos y el cristal, para oler su contenido.
Mientras Él me sonríe…
-Huele muy bien-
Y se acerca el vaso a sus labios, paladeando suavemente el caldo exquisito.
Quizás hechizado, y con el vaso en su mano, sin más, me sonríe y me dice con su
pícara sonrisa: -Coge tu copa ,y ¡salud!-
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Sinovas pedanía de Aranda de Duero, Castilla y León |
Charlamos de otros mundos, de las nuevas cosechas que se están forjando en los viñedos…
Los rayos de sol
golpean mis ojos y, en sueños, mi mente se acurruca entre el banco a la
sazón... Me asiento, para levantar mi cuerpo y seguir mis pasos buscando esos
caminos, hoy, anchos y bien cuidados, por donde Él pasaba cargado de ilusiones
para podar esas cepas que dejó incoloras, rodeadas de campos de espigas sin
cortar y piezas de rastrojo, donde el pastor con sus ovejas caminan distraídos
en compañía de los perros que están siempre prestos a la voz de su amo.
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Sinovas pedanía de Aranda de Duero. Castilla y León |
¡Bebamos, amigos!
Degustemos el líquido
dorado,
que la vida tiene su caducidad
y hemos nacido para
disfrutar.
Mientras el tiempo esté
de nuestro lado,
sintamos los sabores del vino e
invitemos con los caldos a los amigos.
Bebamos con amores
prohibidos.
Aceleremos el tiempo,
ahora que es nuestro,
porque pronto dejará de serlo.
Mientras haya vino en la barrica
bebamos, que será
nuestra dicha
el caldo que brota de la uva,
ya que bebiendo se
matan las penas,
y se celebran fiestas
con alegría.
Gocemos del caldo que la tierra
nos ofrece…
dejándonos alegres y corteses.
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Antonio Molina
Medina
16.08.21