PASEANDO POR SU VEGA DE LA MANO DE PEPITO DE LA MOR.

 

Pepito de la Mor. Casa museo Federico García Lorca-Valderrubio. Granada.

Día espléndido. Los rayos del astro sol penetran, todavía pacíficos, por las lomas de la sierra; comienza su andadura matutina. Inclino la cabeza paseando por la orilla de mi río, que hoy bajan sus aguas limpias y claras, sonriéndome a su paso, cantarinas, llenas de esperanza. Cruzando su puente, dejando atrás sus choperas, una manada de cabras saltarinas se aleja por los rastrojos del secano, de la Vega. Acelero mis pasos cuyo ritmo necesita mi mente, el maestro me espera en la entrada del pueblo con sonrisa que aflora de su rostro y figura guerrera, me saluda efusivo fundiendo nuestros cuerpo en un abrazo eterno de profundo viaje.

Casa Museo de Federico García Lorca-Valderrubio. Granada

El Cubilla nos saluda. Su agua, hoy, turbia pero sencilla, donde se deslizan pequeños cuerpos de gallinas con su camada. Entre sus choperas el ruido del viento se afianza en mi mente y se hace camino en su inmensa afluencia. La tierra resuena tras nuestros pasos y se quejan la yerba y los matojos, que se deslizan por mi cuerpo señalándome, el sendero en dirección a la casa del Maestro Federico; mientras, la fuente de su vida, la que perdura en el tiempo, se solaza en las chozas que se descuelgan a los pozos en el añejo baluarte. Zumban las trompetas, la luz se colorea entre las higueras y los higos maduran trepidando entre suspiros, se dejan caer y se quedan en el amasijo de fina melaza, de tierra que quema y abrasa.

 

Museo de Federico García Lorca. Huerta de San Vicente . Granada. 

Entre los cristales de su añeja morada, sus ojos nos saludan, Su alma lo delata:  lo miramos de soslayo y su sonrisa nos habla.

Las pisadas de hoy, del ayer y el mañana se funden en su cuadra y una pequeña puerta, entreabierta, se cierra y se abre buscando a su amada: la niña del Lombardo se aferró a su brazo y se paseaba por la calle ancha, por la plazoleta y por la cañada. Bernarda que los vio  los criticaba:

La Alhambra de Granada. España


-“¡Pero donde vamos a llegar!

-¡Si no es de su clase!

-¡Si no es de su casta!”

Él se sonreía y más se aferraba al brazo desnudo de su estrella dorada.

Duérmete lucero

que pronto volverán,

las claras mañanas.

 Le cantaba ella a su niño chico para que callara.

Blandiendo las hojas, sedienta de letras, camina labrando los cercos donde las palabras - me dice su curtida su voz Pepito - me habla, dejando caer suaves palabras:

 -Entre el secano y la Vega hay una línea divisoria, - me dice él mirando hacia la explanada:

¿La ves niño?  Me explicaba con todo su alma.

Miré el camino de (Illora) y yo no veía nada.

-Observa aquellos arboles al final de la verde rama, me repetía con ganas Pepito.

Pero yo no veía nada.Cuesta  entender a estos seres que solo con la mirada, te desplazan y te despejan los caminos, para que tu lo veas claro, y descubras a su maestro por el que él vive y sueña. Y comparte su saber, con todos los que se acercan a su sonrisa dorada.

Casa Museo de Federico García Lorca. Valderrubio. Granada

La tarde se hace perezosa y se adentra en la oscuridad, las farolas y farolillos derraman su tenue luz mientras caminamos compartiendo soledad.

¡Niño!:  Aquella finca es de una tía suya junto a la casa ‘colora’. La tienen casi ‘abandoná’, -afirma. Mientras, los espárragos se hacen esparragueras elevándose sobre los surcos de la tierra, hasta hacerse ramas. La campana de la Torre dela Vela, en lo alto de su Alhambra,  briosa , repica a recogerse para el descanso, ella nos incita con su eco que adormece.

 

Museo de Federico García Lorca. Huerta de San Vicente . Granada. 

El silencio no tiene ocupación y nos envuelve la mente; curtidos por su paz,

aflora esa calma bravía, que exporta la Vega que pisamos; por la Vega de (Sujaira), Valderrubio y la Vega de Granada.


Museo de Federico García Lorca. Huerta de San Vicente . Granada. 



27.08.20

Antonio Molina Medina