AGUA Y RÍO

Son las diez cuarenta y cinco.
Mis pasos se detienen en su río.
Él me contempla, me reclama.
El croar de las ranas me solaza.
Mi presencia contiene sus cánticos.
Soy un extraño en su habita.
Paso al silencio.
Mi respiración se suaviza.
Reposo mi cuerpo. Silencio.
Contemplo su agua.
Hoy pasa turbia, lenta, en calma.
Ella me sonríe en esta
esplendida mañana.
Azuzo el oído y la yerba me habla,
su verdor me engulle, me abraza.
Como un cuáquero perdido en
sus orillas el río me llama.
Me acompaña. Es generoso.
Le sonrío, alcanzando
mis manos sus aguas,
calmando mi sed,
cubriendo mi cuerpo
de esperanza.

Antonio Molina Medina