¡Soñad… AMIGOS!


En esa vida nueva que te han dado.
Tendrás, amigo, tu descanso merecido,
tu fiesta sin final, tu regocijo,
la gloria y triunfo que aquí te fue negada..

 El día diecisiete es señalada,
agosto por más señas. El evento:
presenta ese libro tan soñado.
Aflorando las memorias de tu vida.

 El bullicio de los que te querían
llenaba la sala donde tú estabas,
tu aliento se expandía entre tus gentes
como agua cristalina, pura, desbordada.

 Que broten de la tierra manantial,
aquellos que tú también conocías,
para perpetuar en el futuro
tu estampa relevante y sana.

Los niños, en los brazos de sus madres,
damas que tú tan bien creaste
para que fructifiquen tus semillas
por la fecunda falda de la sierra.

El pueblo te recuerda noche y día,
quizás con añoranza de otros tiempos;
tu semilla ha quedado bien sembrada,
no habrá breña ni impureza que la seque.

El viento de levante disputa
con firmeza el poniente bronco,
los dos quieren apuntarse la victoria
de improviso la ley en esa vega.

Tu espíritu los guía con destreza
Dicta su ley con autoridad
que siempre ganaste y con la bravura
que expresaste a lo largo de tu vida.

Vida que muchos admiramos
y que tratamos tenazmente de imitar;
tus enseñanzas, gestos y mensajes
fuente clara donde nos abrevamos.

La fuerza de tus convicciones
son nuestro deleite y sustento,
siempre los tendremos presentes
en todas nuestras decisiones.

No ha cambiado la vida, compañero.
No ha cambiado la lucha que conlleva.
No ha cambiado el talante de la gente.
Gira la tierra sobre el mismo eje.

Se impone por la fuerza
y no hay barreras que lo paren,
nadie le pone frente al hambre;
otra vez la tristeza.

La libertad se va, desaparece,
vuelve la venganza y la esclavitud
que arrastra al hombre por el cieno
que enfanga este planeta tierra.

Nadia es capaz de contener
tanto odio, muerte y destrucción.
Dónde estás dios, dónde te escondes,
dime por qué consientes tanto ultraje;

por qué mudo y callado,
toleras tanta muerte y destrucción
y no le das tu amparo al explotado.
Por montes, valles y praderas

los ríos de aguas puras se han tintado
con sangre de inocentes
y la muerte inmisericorde
campea por doquier y nadie la contiene.

Amigo, todo sigue como antes.
La sangre invade nuestra tierra,
todo lo cubre,
y, de esperanza, casi nada queda.
27/06/16
Antonio Molina Medina