GRITOS Y PALABRAS


Las palabras se mezclan y se hacen versos incapaces de percibir por los insensibles oídos. Ni el ojo humano  puede penetrar, ni la inteligencia puede percibir su contenido. Y, ni la ciencia, ni el poder, ni el estado de ánimo, ni el vil metal darán con él… Solo el corazón y los seres que sedientos de vida -  son las vidas ¡sus vidas! lo que muchos perseguimos - somos capaces de alcanzar la dicha de ese secreto donde lo real y la ilusión, son hechos gratuitos y que todos poseemos… y que son nuestros, son de todos los que mantienen la ilusión graciosas  que a todos nos ofrecen los vientos.

Los poetas perciben su aliento en el soplo del aire  cuando componen un verso junto a los textos que, amablemente, se posan atrapados por sus dedos cual mariposas que placen de sus leyendas… Y no habrá escultor que cincele, ni pintor que module, ni cantor, ni orador, que sea capaz de descubrir y plasmar lo que implica su llanto.

Entre la indiferencia, entre prados, montañas y la arboleada semilla de los bosques de pinos y nogales, y encinas y alcornoques,  gimen la fuerza del hacha que corta su piel.

Mientras, en las ciudades repletas de cuerpos que se mueven con prisa, la sangre se filtra por los rincones de su imaginación sin prisa, con pisadas que retumban baldosas : son el laberinto de dioses antiguos, de la miel que producen las abejas. Del llanto, cuyos zumbidos se posan en mis oídos proyectando su sonar desde el amanecer nuevo. El nacido inconsciente, tan hermoso y extraño. Y el que, muerto, nos mira a los ojos mientras descansa su cuerpo entre velas de ataúd.

Las estrellas se esconden, se pliegan y se alejan, cuando la noche nochera deja los sueños a medio realizar ya que la claridad de su alborada, persiste día tras día en hacernos vivir nuestras realidades, deseemos o no… Son palabras sutiles las que deambulan por nuestro cerebro, palabras ¡solo palabras! que todo lo abarcan… que todo lo llena, hasta las cloacas de nuestro corazón.

Pero hay que buscarlas (cuantos montes divisados y que por pereza no los hemos coronado). Cuantos caminos andados, veredas compartidas, trenes entre railes que pasaron y los dejamos sin ojear. Cuánto ser que partió a otros mundos, donde buscaba libertad y un cuscurro de alimento y un libro para soñar. Cuantos seres extraídos con la mente encelada los bolsillos vacíos y el alma repleta de letras, de papiros y arte, y pinceles que quedaron sin atrapar. Cuanta porción de tierra cultivada, sin roturar que el parásito contempla, donde el amor nunca llega, ni a la tierra su sembrar.

Hoy buscamos el amor que nos hizo nacer, el que de nacidos nos dieron y sentimos. El primero, el primer beso que dimos o el primer beso que nos dieron.

Martirizaron su cuerpo y lo hicieron inservible, mutilaron sus sentidos y nos robaron hasta el alma, pero despertó su cuerpo y su mente gritó: ¡Busca un cuerpo perfecto! Para seguir demostrando el orgullo de ser perfecto. Mientras, por detrás del cieno, están llorando por su cuerpo ya que es viejo. Quizás ya putrefacto pero su mente galopa por los viñedos del tiempo por prados y por trigales cuyas espigas se balancean con la brisa de su invierno.

¿Quién dice que no está enamorado?

¿Quién protege  sus ilusiones que nunca  siente hartas?

La tierra que me alberga y me devora a los surcos, a la que yo me aferro. Y me devora su pulpa, y me quema su candela… y yo, loco de atar, busco los surcos recién abiertos, para expandir las semillas del semillero del sueño, donde el fruto quedara antes de mi partida… tierra mía sin lamentos.
14/11/17
Antonio Molina Medina