MADRE

Crujen las maderas.
Retumban las tablas.
El suelo gime de dolor.
Vuelan las plegarias
Ella nos cantaba
coplas del alma.

Él era muy débil. Nada sabía.
Una humilde hormiga le enseñó la vida.
Cargada de costo con fuerza tiraba de
la múltiple carga que él no podía.
Él solo la miraba y sonreía.
Guiñándole un ojo siguió caminando
hasta su morada. Su corazón latía,
y en sus contracciones la fuerza fluía.
Ya… todo lo podía.
09/08/13

Antonio Molina Medina