SUS AGUAS SIGUEN DEGUSTANDOSE DE SU CAÑO

 

Molino El Águila. Sendero río de la Miel. El Cobre. Algeciras

Préstame tu mano, amiga. Quiero caminar contigo, coger agua de nuestra fuente para seguir caminando buscando los olivares y chaparros descorchados, introducirme entre sus raíces que buscaban sus aguas sedientas de sueños, que se dejaban acariciar entre tus cinco dedos que me arrastraban a nuestro rio de la Miel, sorteando las bajas palmeras repletas de palmichas y los cardos borriqueros escapando de sus púas, como de sus zarzas, cuyas espinas nos amotinaban aderezando nuestros sentidos... ya muy cerquita de su agua, donde lavaban la ropa...

Fuente del Chorro. El Cobre. Algeciras

Lo antiguo de nuestra casta, con las piedras bien talladas por los años por sus aguas, mientras la chiquillería se desmelenaba entre sus aguas. Mojábamos nuestros pies descalzos, y sin dolores antaño, para subir por su cauce sorteando moles de piedras que no fueron arrastradas por las riadas, por la magnitud de su tamaño, dejando a nuestra izquierda los pozos de otro molino que terminó en criadero de electricidad, a la sazón, la fábrica de la luz. Sorteábamos el puente de antaño, sin quitamiedos, hasta lugares sagrados donde las pesadas piedras molían el trigo y nos habrían nuestro estómago con el olor a pan tierno deleitándonos en su abrazo.

 

Algunos molineros ya se fueron, entre nubes de tierra boquiabierta, dejando sus huellas a su paso, donde el de Escalona aún sigue funcionando entre el agua que surca un canal en desnivel del río que salta en los cubos antiguos; y la corriente eléctrica ya modernizada; y el Águila, que hostiga mis sentidos conmemorando su pasado.

El Cobre. Algeciras.

Sedientos de agua fresca por el calor el que se acumula en nuestras pisadas por esos caminos de hoy y de antaño y nos inclinamos ante la fuente y su caño; llenando nuestras manos de ese chorro que sigue brotando, mirando los rescoldos de ese molino que aún sigue orgulloso, a pesar de tantos años.

Su huerto aún se vislumbra entre perales y naranjos, por donde pasa el caminante buscando entre moles de piedras y su agua virgen y fresca, a nuestra señora, la que limpia nuestro cuerpo muchas veces en verano… Ella, orgullosa, deja su manto abierto para que la fuerza de su agua nos limpie de esos sabores amargos.

La chorrera. Río de la Miel. El Cobre. Algeciras.

Hoy lucen más intensamente los sueños y la vida se afianza cual pétreo sonido y sustentando entre sus brazos a los que, entre manos y dedos siguen bien engarzados entre lo añejo y lo nuevo… entre la vida y los sueños y un corazón bien labrado. Han quedado bien engarzado.

Antonio Molina Medina

29.04.21