EL TUNEL DEL TIEMPO


 
Era el año 1948 cuando un niño
 
asustado, lleno de miedos, arrancado de su tierra

con ojos entristecidos, buscaba una amistad,

un poco de cariño y comprensión para su corta edad.

 

Eran los años de la posguerra,

una contienda que nunca tuvo que acaecer,

porque los niños son los eternos perjudicados,

los marginados de toda las guerras.

 

Pero los ángeles buenos siempre existen en todas las ciudades.

Algo que no podía soñar ocurrió en esa tierra extraña.

Una amistad, una familia cuyos componentes sabían querer,

respetar y ayudar a sus semejantes.

 

Otro niño de su misma edad le abrió su corazón,

le dio su amistad; el amor de otra madre, otro padre,

nombres que perforan mi cerebro

y que mi vida estuvo tan ligada a ellos

 

en la Noble y muy leal Ciudad de Orduña.

Se me ayudó, me sentía querido,

respetado por mujeres y hombres

como Flora, Segundo y sus hijos.

 

Seres que con el transcurrir del tiempo

están siempre perennes con viveza en mi recuerdo

de los que me alimento para seguir viviendo.

Junto a un niño como yo, de la misma edad,

 

los mismos sentimientos, las mismas ilusiones,

los mismos maestros y ¡porqué no decirlo!,

siendo fieles a nuestras mismas compañeras,

las de toda la vida… “hasta que la muerte nos separe”.

 

Hoy se casa su retoño, el benjamín de la familia.

Juntos una vez más acudo con orgullo a compartir

sus ilusiones, nuestras ilusiones,

nuestros sueños, los de nuestra juventud.

 

Han pasado los años difíciles de nuestra Edad de Oro

recogiendo los recuerdos tan necesarios para nuestra vejez.

Hoy la emoción se apodera de mi alma,

los recuerdos afloran como un mazazo

 

que avivan mi cansado corazón

para seguir con nuestros sueños, en nuestra…,

junto a unos amigos que quiero y que agradezco

poder gozar junto a ellos de este grato momento

 

la progresión de sus vidas,

en las figuras sublimes que sus hijos les brindan

prolongando su eterna juventud.

Seguimos como un roble fecundo,

 

como un alcornoque jugoso.

Ojalá que sus retoños puedan compartir

nuestras vidas y sueños,

los mismos sentimientos

 

que os ayudarán a seguir viviendo

a pesar de la oscuridad del camino,

porque al final del túnel esta la claridad.

Os deseo toda la felicidad que sabréis daros,

amistad, cariño y saber perdonar.

Antonio Molina