Cepa nueva…, jóvenes y añejos

Se nublaron sus ojos contemplando el verde de sus campos en su inmensa belleza. Caminando abstraído entre cereales y cepas, cuyos retoños se han apoderado de ellas. El barro de sus caminos se adhería a mis pies. Mientras, paseando, una figura ocupa la vereda y me saluda:
            -¡Se va usted a embarrar, -ha llovido mucho!
Sonriendo le digo:
            -¡No importa! Es más lo que disfruto y puedo llevarme parte de vuestro paisaje.

Por el horizonte se acumulan nubes de tormenta, caminan despacio marcando su sombra por las veredas. Toca acelerar el paso sellando en la senda imágenes bellas de trigales y cepas de avena y cebada de la nueva cosecha.
Reposo mi cuerpo en vieja cantina. Desde las mesas, las gentes comparten sus vidas. Sus caras denotan sueños y, emboscados, fluyen sin tregua de sus inquietudes, de sus propias vidas.

Fue en un instante que, alzando la vista, me encontré con él. Era uno más en su pedanía. Nos sonreímos. Hablamos y hablamos de limpios proyectos de sueños  ¡sus sueños! Los portaba en sus ojos, bullían en ellos, de limpia mirada. Su voz retumbo desde su cuerpo, poderoso templo, alborotó mis cimientos. Voz melodiosa, pertrechada de propósitos, que sin tregua me envuelve y calienta mis adentros.

Por Aranda de Duero, un joven virtuoso atrapó su tiempo y lo hizo palabras, cual caldos zumosos, envuelto en palabras. Plasmado de notas de música brava, sustancia en su pentagrama, versos cuya negrura la mecen sus ramas, resistiendo las nieves y escarcha.
Él sigue sumando, mente despejada ¡plena de proyectos!...Los asume sin tregua. Miraba sus ojos desde donde fluían llamas de esperanza. Su cabeza erguida junto a su mirada dejaba fluir proyectos en cascada y los compartía, con ilusión y temple. Se recreaba en ellos, eran productos de su raza. Mientras, la llama que deslumbra mis ojos ilumina mi alma, penetra en mi cuerpo y calienta mi mente, junto al retoñar, de unos jugosos tallos entre cepas.
De figura noble, cual álamo joven, le brotan los jugos que almacena su mente, de añejos racimos que se esparcen desde su cuerpo azuzados desde su cerebro que impulsa su calma cual caldos de vinos nuevos… jóvenes y añejos.
Antonio Molina Medina

04/11/16