SU FURIA

Con el corazón dolido, furioso,
como muñeco entre los hombres,
corría presuroso entre espumas y cieno,
sufriendo las inclemencias del miedo.
Cuando de sus ojos destellaban inquietudes,
desbordado por las olas del mar,
que crujía de acidez sublime  su alma.
Cansado, le confunden en su frescura.

Buscando al niño que cubría
su estructura, que percibió en la lejanía.
Lo sorprendió en su encuentro con la muerte.
Deambulando, palpando, descubrió que aun vivía.

Su dormir era patente. Su cansancio desmedido.
Acomplejado, brotando de un corazón
sediento, sin mentiras ni recuerdos: cuerdo.
En su rostro brota ya el cansancio,
rociando su rostro, libertad.
12/01/16
Antonio Molina Medina