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Sinovas- Castilla León |
Aquellas gotas (…) se reúnen entre los ‘céspedes’ y, susurrando,
susurrando, con un ruido semejante al de las abejas que zumban en torno de las
flores, se alejan por entre las arenas y forman un cauce, y luchan con los
obstáculos que se oponen a su camino, y se repliegan sobre sí mismas, y saltan,
y huyen, y corren, unas veces con risas; otras, con suspiros, hasta caer en un
lago (…) para estancarse en una balsa profunda, cuya inmóvil superficie apenas
riza el viento de la tarde.
Gustavo Adolfo Bécquer.
Adiós Javi.
Se despierta la Pedanía de Sinovas,
al rescoldo de las luces del alba.
El astro sol deja caer con lentitud
sus rayos y su calma.
La campana de la ermita suena con
fuerza,
repiques extraños, suspiros que duelen,
que fluyen a través del aire que
respiramos.
Son lamentos que ahogan, los que nos
asfixian
por dentro, ya que, la muerte, la que
nos acompaña
desde que nacemos, se hace oír y ver y
sentir,
entre sus vecinos y su espada de hierro
hiere
el alma y nos dice lo que somos…, y lo
que seremos…
Entre los caminos aun veo su rostro su
sonrisa
y fuerza, sus ansias de vida.
Entre los viñedos.
Entre racimos de uva.
Distingo su cuerpo y oigo su risa, y
siento sus pasos…,
flamante juventud brillaba entre los
racimos,
entre las calles repletas de cepas.
Hoy, se siente su canto, el canto del
pájaro y
veo entre las espigas, surcos que se
duelen,
espigas que adormecen esperando
el acero que las doblegue.
Pero las estrellas iluminan sus pasos y
le hacen hueco.
Y le dejan posar como una más, en la
inmensidad
del cosmos, entre la paz de la cosecha
perfecta.
Pero su recuerdo ha quedado preñado
entre
las luces del espacio, entre caminos y
veredas
de su pedanía, repleta de años.
26/06/17
Antonio Molina Medina