VIVIR

Hubo un tiempo que llovía
grumos de barro
que cubría su cuerpo.
Lentos eran sus pasos;
el barro acumulado
aminoraba sus pies,
ahogado en su respirar
inmerso de su legado.
Las rosas rojas muy rojas
se cruzaron a su paso
y él se aferro a sus tallos.
Broto la sangre en sus manos
que él cubrió con tiritas
masticando con la sangre
su orgulloso pasado.
Hoy lejano y conformado
mira el camino ya andado
y sonríe trasformado
dejando atrás sus miserias
que desprendió desde el suelo
de un cuerpo acomodado.
Antonio Molina Medina