FEDERICO NOS ATRAPA


Entre Federico y Daniela
el amor no tiene fronteras
te atrapa por senderos y veredas
porque la tapia de su jardín no es tal
y las rosas se ven tan frescas por el relente de la noche
él las cuida y las mantiene suaves prestas.
 

Daniela susurra versos y su mirar encandila
y es capaz de frenar la locura, que provoca su hermosura.
La yunta de bueyes tira del trillo,
las mulillas tordas marcan su camino,
mientras por el olivar camina serio Federico.
Sus pensamientos vuelan donde brotan los suspiros.
 

Él nos miraba y su sonrisa burlona y pícara se solaza,
contemplando el río de miel que de las colmenas manaba.
De Córdoba a Granada, Sevilla y su Giralda han puesto
una vereda llena de pétalos de rosas perfumadas,
para que pasee descalza
la morilla con sus enaguas adornadas.
 

La rosa tiembla en la rama. El viento la balancea y
va salpicando lágrimas que Antoñito recoge
‘pa’ guardarlas, ‘pa’ sorberlas y almacenarlas.
 

Junto a la orilla del río, que Guadalquivir le llaman
escuchó su linda voz y sentía su llamarada.
Era la morilla alegre, la más bella, la más guapa
y cuando se quitó el velo su rostro le deslumbraba.
Brotó la rosa de su cuerpo roja como las granadas.
 

De Córdoba a Granada ‘tie’ que pasar por Sevilla
La Giralda, la Mezquita y la montaña roja
de La Alhambra de Granada, donde Daniela morita
sus caderas cimbreaba encandilando a los reyes
cual gacela en libertad, es imposible de atraparla.
30/Noviembre/ 2008
Antonio Molina