VIDA


La calle llena de gente.
La plaza abarrotada.
Federico se pasea
con su barraca insertada.

 
Mujer con arrojo
Miro tu cuerpo que respira vida.
Transmite sueños que exaltan el alma con su mirar.
Suspira al verte, y sube el ritmo de este corazón alegre.
Él te escudriña de pies a pelo
estudia tu hermosura;
pies delicados de huesos firmes.
Piernas forjadas, bien torneadas,
al admirarlas cuando la observa, se complace de ellas.
Su esbelto cuerpo, mirando su cara en sus ojos negros
ha visto sus lágrimas, surcar el cauce que atrapa lengua escarlata.
Su nariz, vibra  en aleteo, cuando ella se enoja o le duele el alma.
 

Rabia infinita me mordía el alma y yo la miraba.
Eres la bomba, que en  mis manos quiero explote
y recogeré todos los pétalos para guardarlos entre mis sábanas.
Los ojos, miran esa hermosura, busca el cuerpo quiere su alma.
Remueves iras que hoy creías ya marchitadas.
De un breve soplo ascuas que brillan.
 

Eres el cielo para quien camina.
Dios te hizo hermosa, noble mujer.
Las columnas que unen tu cuerpo de altivo, abren la puerta de
placer que ama, donde de perla de nácar
vuelva a nacer. Burbuja leve, brota en los sueños,
emergiendo lágrimas que ella le provocan desde su sufrir.
De su querer sabia divina, divinidad que se funde
en el tiempo. Sueños eternos.
De tus pechos mana leche fecunda alimento
para la vida que brota de ti.
El poeta complaciente. Ama tu cuerpo y tu hermosura,
que tu trasluces de tu interior.
El placer pasa solo un instante.
Sueño gozar tu cuerpo hermoso que todo hombre siente por ti.
Pero el poeta siente, goza tu vida, tus sentimientos y tu interior
del que se nutre; solo tu aliento transmite amor.
Que nunca acabe. Que no se olvide. Tengo su cuerpo, sólo admirarlo,
juegas en su vida la que le llena de felicidad. Siendo el recuerdo
lo que da vida, en su vivir, en su soñar, fiel amiga, en su soledad.

 
Sus ojos miran. Su boca le habla. Sus pechos libres como gacelas
leche materna, para sus crías, tu sexo
abierto florece tiernas cabezas, cuerpos tiernos.
Tu cuerpo es vida siente el poeta.
Antes diste fuego y placer
tu sufrimiento, y su querer. Tú das la vida.
Cuidas tus crías a las que amas mujer bendita.
Mujer amada. Mujer real, cuerpo divino para soñar,
donde el guerrero enjugue sus lágrimas
después de la batalla, ganada o perdida, al fin que más da.
Tu compromiso si que es real y con tu alma podré soñar,
contemplar tu cuerpo, ver tu interior,
apacigua  cuerpos, macerando almas en tu vivir, en tu soñar.

Gracias, mujer querida, mujer amada,
mi fiel amiga: por tu querer, tu amistad,
tu compromiso y lealtad, mujer de vida,
sueños eternos que tú transmites en tu existir.

Antonio Molina