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País Vasco |
Con el tesoro de su esencia,
me afianzo más en ella.
Si, amada y querida Primavera,
ya que al despertar penetra tu aroma por los cristales de mi ventana y me susurra
que le abra a tu claridad, que ojeo tras otear tu esplendida fuerza que todo lo
abarca e ilumina.
Y me ofreces ese nuevo
amanecer que place en mis sentidos que se alborotan con la fuerza de tu aliento,
que todo lo traspasa, entonando ese aleluya que me aporta felicidad en compañía
de los otros seres humanos… ya que el amigo y el hermano de ese becerro de oro o
granero que llena su despensa entre las ideas y suplicas colma, respetuosamente,
la calidad de vida que sustenta a todo el organigrama de mi autonomía.
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País Vasco |
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Rio de la Miel. El Cobre. Algeciras |
La colcha verde de la pradera
reposa en los campos…, pasturajes intensos destapan su mirar, abriendo su mente
que, inconsciente, se perpetua desde su nacimiento. Cuyos sentidos aun reposan
entre las neuronas de su procedencia y respiran y jadean, orgullosos y placidos,
para apropiarse del conductor milagroso que la sabana repleta de animales nos ofrece...
Entre pisadas por arena y guijos, camina dejando su huella el juglar con su lira
que, entroncada entre sus manos, solo piensa en los aluviones de letras que
zarandean su cerebro ya repleto de palabras y de versos, buscando con ansia ese
verso, esa estrofa.... Ese poema o relato que haga palpitar a ese corazón que se
apropió de su libertad para ponerla, sin prudencia, entre los folios en blanco
y plasmarlos de una vida repleta de sueños que se dejan aplacar en su andadura,
cual cumulo de aciertos, ya que todo ser vivo y que respire esa Libertad que nos
dieron al nacer y llevamos dentro de nuestra entrañas es un contagio para otro ser
vivo; con el respeto debido a todos los sueños, ya que “el pensamiento es una
materia en movimiento”
Del profundo reposo de la
mente florece el amor, entre sus letras, y la pasión, ya olvidadiza, se aferra con
sutileza a su entendimiento, ya que cada persona es sublime y sentida, en el espacio
que se agita en libertad por los santuarios de su propia deidad.
Y sales a la campiña buscando
esa ligera brisa matinal... La que el bisbiseo del viento deposita en su rostro,
y lo atrapa, y explora como agua límpida y sin clorar que le provoca una tupida
sonrisa. Y se sacia de ella. Y de un manotazo apartas de tu rostro moscas y
avispas, ineptos que te
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Orduña. Bizkaia |
incordian y laceran, para
abrazarte con fuerza al bosque que percibes con ese frescor que la noche deja
entre sus ojos… esos tallos fértiles donde brotarán, de nuevo, racimos de uvas
entre las cepas fértiles del corazón que sigue sumido en esa vegetación que alimenta
al cuerpo entre la selva de la esperanza que aún se cierne dentro del alma.
Pero los sueños aún siguen
trepidantes desde su almohada, adocilados por toda la estructura de su anatomía
y, a la vez, sorprendido de la reacción de los seres que le acompañan, ya que caminamos
por órbitas diferentes, como las vías de los trenes... Casuchas de otra compostura...
Calores de otra dimensión, ya que las doctrinas se posan en las mentes…
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Rio de la Miel. El Cobre |
Hoy, endurecido y libre de
acometidas y sin sensibilidad, el cuerpo, acompaña al hermano que sufre, al amigo
que nos desnuda buscando el alma, y a mi propia exigencia que, aún agazapada,
la espoleo y la estimulo… Excito su humanidad, hoy cargada de privilegios
que de su mano caminan por los andares de su genética; hurgando en lo placido
de su anatomía la que, insegura, replica entre desaires que no toleran los sentidos,
y se revelan, y toman el timón de su barca, la que navega hoy… a mar abierto sin
embates que la hagan zozobrar.
Mientras pones tu rumbo
por los mares del tiempo, aflora ese zagalillo joven y atrevido que aun llevamos
dentro; el que sin miedos antiguos se enfrenta a la furia de su tiempo, a los
vencejos y cuervos, con la sonrisa en su rostro, dejándose llevar por la inquietud
de lo desconocido. Y yo le doy la bienvenida por el atrevimiento de acompañarme
hasta el final de mi éxodo. Porque siempre se encuentra vigilante. Y sentida es
su compañía, como la de una madre la que dirigió con mimo y presteza sus primeros
pasos por aquellas lejanas tierras…, quizás añejas e inseguras, ya que éramos
aún fruto verde, o trigo sin espigas, o borona encapotada, donde se poblaban sus
frutos con penacho en su encimera.
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Sinovas. Aranda de Duero |
Hoy fluyen de mis dedos animales
mansos y recatados, capaces de hacer que me olvide de los que ya no sienten… De
los que la naturaleza ha traspasado al vacío de su mente; aparcados en su
nada. Solo se observa lo desocupado del acantilado que se avecina imparable, cual
animal que se despeña arrancando alaridos antes de su propia muerte. Y mi espíritu
se alía con mis intransigencias, las de mis propios motines. De mi alma poblada
de dudas que pasará por senderos entre zarzales y olivos, soportando las injerencias
del hielo y el fuego, para que su propio cuerpo se aferre a lo vivido dejando
que su sombra perdure en los sentidos.
Antonio Molina Medina
29.05.20