LIBERTAD AMADA MIA

Casa de la marquesa desde el río de la Miel
















Desde la soledad que me agobiaba
desde la pena que envenenaba  mis heridas
por ser como me hicieron
aquellos que fundieron mi ser entero,
que me inculcaron lo que vale para un hombre
la libertad…

Nací en un corral, entre paja y animales,
y compartí con ellos
cielo y tierra, alimentos bravíos,
agua cristalina, pura,
sin que nadie ni nada, pudiese impedirlo.
Sin nada mejor para cambiarlo.
Soñé despierto y vivo
con aquello y aquellos
que me embrutecían.
Sin poder escapar
del mundo irracional en que vivía,
que modeló mi alma y mi figura.
De ahí tanto trabajo, tanto empeño
por rehacer mi espíritu
(que el físico se cambia con la edad y sin remedio)
con la comprensión que nunca me negó
ese buen Dios, del que nunca me hablaron.

No les interesaba que yo lo sintiese Padre,
pero Él, oculto entre la niebla,
compartía conmigo
mi soledad y mi tristeza…
Porque la libertad Dios me la dio al nacer,
pero, ¡cuidao!, los que me la enseñaron
fueron quienes lucharon por ganarla
pero nunca la disfrutaron.
Yo compartí sus vidas y sus penas
y me nutrí de sus angustias y vivencias.

Por ellos descubrí la senda de la libertad
y por ellos la perseguí cual loco enamorado,
y finalmente la encontré en el Boulevard,
el Boulevard de los poetas y la poesía.
El Boulevard donde conocí
a Blas de Otero, a Ángela Figuera, a Federico…
y a tantos grandes hombres
“Aquí yo me lavo las manos de impurezas”.    
Aquí pido la paz y la palabra
y un mundo en libertad.
Libertad a conquistar y defender hasta la muerte.
 Antonio M Medina