NAVIDADES

Orduña
Restos de la historia
que aflora en mis evocaciones.
Conjunto de familias
insertas en la vida,
que pasan lentamente y en silencio.
Familias con arraigo,
arrancadas de su tierra,
que amaban sus costumbres
dentro de su pobreza,
pero con dignidad.
 

Añoranza bendita
de un tiempo postrero
que queda para el recuerdo,
para el delirio, para su evocación.
Pensamiento divino de un viejo atardecer
que inculcaron en nuestro sueño;
AMOR a todo lo hermoso,
a toda la belleza
que aflora en nuestra tierra.
También nuestros mayores
nos hacían recordar,
aquéllos que en su día nos precedieron,
los que con su sangre
mejoraron este mundo
donde poder vivir.
 

Sabrosos recuerdos
que salpicaron mi vida
que, con agrado, siento
que penetran en mi cuerpo y
que no debo olvidar.
 
Estación de Orduña

Aquellas Noches Buenas
llenas de pobreza,
de humildes personajes
que pusieron su alma
en hacernos felices.
Con pocos recursos,
sin grandes aspavientos,
ni mesas suculentas
repletas de infinitos manjares
que llenasen nuestro estómago
para nuestra subsistencia.

 
Eran gente sencilla,
amantes de otros seres
que todo lo compartían:
esas pequeñas alegrías
que hacían de la familia
momentos de grandeza
que un día no lejano
agrandaron nuestra pequeñez.
 

Sentíamos a Dios, que
nos tocaba con su sabia
y nos ayudaba a sobrevivir
a pesar de nuestra miseria.
Creencias que nos allanaban
el duro camino que,
nos hacía felices
a pesar de nuestra desdicha,
por nuestra condición
de ser hombres sin tierra
en una tierra virgen,
que un día nos enseñaron
respeto y cariño,
a sentirnos queridos
y también a querer.
 

Antonio Molina