RÍO DE LA MIEL


 
 De niño bañar mi cuerpo hacía,
en las riveras limpias de tus aguas,
como cristales puros recorría
las laderas de mi vega inmaculada.
 
 Beber tus aguas en cualquier lugar podía,
sin pensar en impurezas cada día,
que al llegar la tarde silenciosa,
las cortas noches limpieza hacía.
 
 Aguas eternas que servían a tus gentes
que mitigaban con el riego de sus aguas
el manjar de sus huertas permanentes.
 
 Sacar podían estas gentes sencillas
los alimentos tan escasos como necesarios,
poder mitigar las necesidades más perennes.
 

Antonio Molina Medina