De niño bañar mi cuerpo hacía,
en las
riveras limpias de tus aguas,
como
cristales puros recorría
las
laderas de mi vega inmaculada.
Beber tus aguas en cualquier lugar podía,
sin
pensar en impurezas cada día,
que al
llegar la tarde silenciosa,
las cortas
noches limpieza hacía.
Aguas eternas que servían a tus gentes
que
mitigaban con el riego de sus aguas
el
manjar de sus huertas permanentes.
Sacar podían estas gentes sencillas
los
alimentos tan escasos como necesarios,
poder
mitigar las necesidades más perennes.
Antonio Molina Medina
Precioso homenaje a ese río de miel y sus aguas claras y generosas, que limpiaban, alimentaban y nutrian la vida a cada instante...Quizá todo era más limpio y natural, ahora el progreso lo ha contaminado y enrarecido, amigo.
ResponderEliminarMi gratitud por compatir y mi abrazo grande,Antonio.
M.Jesús
Gracias por tu comentario María Jesús... Quizás. Digo bien... Quizás algunos que ya estamos el borde de volver a la tierra de donde procedemos nos sentimos muy cercanos a ella y la valoremos porque de ella salimos y de su agua bebimos para seguir vivos.
Eliminarun abrazo
Antonio
Me recuerdo de aquel río por donde igual me crie y al cual vulevo repetidamente en mis recuerdos en mis sueños...
Eliminarde allí se hacen el dador d ela vida
sobretodo d ela espiritual
y quizás por eso es necesario
volver a buscar de esas aguas la sanidad...
te dejo un abrazo!