Ateridos pies sin luz
De frío hasta el almaDivisa cegadora, fulgurante.
La llama purificadora.
La serena mañana
Alumbraban su díaLa brisa revoltosa le atrapa
Te arrebuja en su cuerpo, clara.
La llama le envuelve
El corazón en latidos de lataLas nubes se disipan, aclaradas
Y la luz se le brisa en su cara.
El agua del estanque
La tierra se lo tragaSus pies presurosos
Inyectados de sangre salada
En los corte, pequeñas semillas
Fructificarán en carne azulada.
La sangre alborota el pecho
afianza la semilla doradalas heridas viejas se cierran
Con soplidos que manan del alma
¡Ay su Aceite!
Con tres gotas le brota su
luz
Y su azul se lama esperanzaAcarreando madrugadas al alba
Con esfuerzo y tesón él se entrega
Atesorando los calores del alma
Rojo candente. Carne de brasa
Un lucero entre estrellasCuyo resplandor nos atrapa.
Molina
Me gustó esa fuerza que pones en esas palabras en un objeto que parece inmóvil y sin vida y que sin embargo
ResponderEliminarestá ahí presente para que una persona , o el poeta sea capaz de abrazar su esencia de acero y a través de él redescubrir toda una historia...
en esa mirada esta la propia construcción de uno mismo
saludos!
Gracias Meulen, las palabras son lo único que nos unen. Que no nos falte jamás la palabra..
Eliminarun abrazo
Antonio