Mi cuerpo se
adhirió a la nada.
La luz le
abandonaba en su camino.
El agua se
escondía de los ríos
por donde pasaba
secando su cauce,
pero la fe que
su alma profesa
le hace caminar
por firmes veredas.
Su calor le
provoca el sustento,
calienta su cuerpo
y hace posible
el milagro del
pan y los peces,
los que atrapa su esqueleto.
Cobijados
sentidos.
Milagroso el
sostén de su aurora,
que sin ella hoy
sería
un muerto
viviente
con cabeza
serpiente.
Sin pena ni
gloria.
Molina
Agua, vida que hace fluido al navegar como un sendero de luz son tus letras, preciosos versos y la imagen me encantó, eres un regalo para la blogosfera, iluminas con tus versos el caminar de nuestros pasos, felicitaciones, amigo poeta.
ResponderEliminarUn beso.