La potrilla no
deja de correr,
y el herrero la
quiere repones
pero ella
resopla y brinca
es la vitalidad
que mana de su vida.
En su vivir y
soñar el herrero ya no puede más
se da por
vencido y la deja trotar
ella se pone a
pastar,
verde hierba
con agua sin clorar,
para reponerse
de un gran esfuerzo,
para retozar
con todo su cuerpo
de ojos negros
y pelo curtido
que se blandea
con un soplo de viento.
En su galopar
arrastra una vida
rescatándola
del barro y la ira
sus poderosos
brazos le izaron del barro
ofreciendo su
cola de cuerda infinita.
Asiendo con
fuerza a la joven potra
cogiendo su
cola le saca del mal
y se enrosco en
ella, como verde hiedra
cuerpo
sumergido.
El agua de mar
con la sal fundido.
Nunca se sabe lo que un animal pueda hacer por uno...
ResponderEliminarlos caballos son muy sociables
cosa que a veces sorprenden...
y son hermosos!
Gracias por tu visita. Estoy de acuerdo contigo son seres vivos y con los ojos divisan todos tus movimientos.
Eliminarun saludo
Antonio
Un gran poeta es el que, como tú, hace cualquier clase de poemas, incluso, dedicado a los animales, como en éste caso, a la potrilla.
ResponderEliminarUn deleite disfrutar de tus poemas.
Un beso.
Gracias María..., pero, poemas grandes y pequeños en versos son los que su señoría confecciona que llegan mas haya del corazón...
Eliminarun beso
Antonio