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Parque de los Alcornocales -El Cobre-Algeciras |
Transcurría la
vieja tarde caminando por la vereda antigua de la Trocha en dirección al Cobre
después de darle un beso a su madre, que se quedaba con sus hermanos en
Pajarete, y se detuvo ante el tronco brioso de un chaparro cuya raíces
comulgaban con las aguas de su río y buscar un acomodo para su cuerpo
apoyándolo a la sombra de su limpia corteza, observando sus raíces que se
introducían en la eterna agua del río de la Miel. Ya con su cuerpo apoyado en
su espléndido tronco cuya corteza, briosa y reluciente, su corcho se mantenía
aún sin arrebatar de su cuerpo y él insistía en buscar su acomodo entre las
raíces que se deslizaban buscando el alimento de sus aguas.
Se sumergió en
la lectura escribiendo sus versos y pequeñas historias de cuentos ya lejanos para
algunos de las nuevas generaciones que se niegan a creer lo que aconteció por
esas veredas (hoy caminos ocultos del pasado entre las alambradas del destino.)
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Río de la Miel-El Cobre... La Chorrera-Algeciras |
Un minúsculo
susurro enmudece la piel de su rostro y, girando su cuello, lanza su vista a una
rama verde y lozana donde se posa una joven golondrina. Mientras la observa se
provoca un brusco movimiento desde otra rama más poderosa y se perfila la
figura de un Buitre con su cuello pelado y sus alas plegadas aferrado con sus
afiladas garras a ella…él se sonríe y los mira y ellos le miran con mirada
reciente, y comentan entre ellos:
- Atiende,
Buitre-le increpa la golondrina -¡Ese que está escribiendo, yo lo recuerdo, ya
que mis antepasados nos hablaron de él!
¿Tú sabes algo? -le apremia la golondrina.
Mirándose a los
ojos con la fuerza que transmitían sus miradas, le contestó el buitre.
- Si, algo me
contaron mis mayores. Pero, ¿por qué me lo dices? - le volvió a decir a la
golondrina -Es que, por lo que aprecio en él… Algo queda es sus facciones de
su cara de niño… -le contestó la golondrina-. Hubo un niño que vivía por
estas colinas en un cortijo y tuvo algunas peleas por salvar a mis antepasados
de las garras de una serpiente y no pudo salvarlos, ya que no alcanzaba al
lugar donde teníamos el nido dentro de su cortijo… - le explicó al buitre.
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Río de la Miel -El Cobre- Algeciras |
-La verdad, -le
contesta el Buitre. -es que… -algo me contaron mis antepasados también a
mi… Una de esas veces me dijeron que pasó un niño con su cántaro
de agua por la vereda y una manada de buitres, para él extraños, y no se
asustó. Y mira que lo miraban y lo rozaban con sus plumas, pero él ni se
inmuto, y siguió sendero arriba hasta su cortijo. - Le contestó el
Buitre.- Pero, ¿ya le ves?... -¡ni se inmuta de nuestra presencia-¡ Tiene
que ser él -Le insistía, el buitre.
De improviso unos
anillos se formaron en la poza de agua entre sus pies y él no se movió. Y del
agua, entre un borboteo, asomó una cabeza erguida que, aflorando de las aguas
del río, se dirigió a ellos deslizando su cuerpo sobre el agua… la miraron y se
pusieron a dialogar, era una menuda serpiente que pidió intervenir.
-Por favor- les
dijo la serpiente, erguida su cabeza -Yo sé alguna historia de ese chavea y os
lo puedo contar si me lo permitís. -les dijo.
-¡Como no! -le contestaron a la vez el buitre y
la golondrina.
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Río de la Miel -El Cobre- Algeciras |
-Este niño, (les
relata la serpiente) estaba una tarde lavándose en el río después de una
jornada de trilla y antes de subir a la casa de la colina se daba un baño y, a
la vez, solía meter las manos por debajo de la piedras buscando (el incauto)
coger algún pececillo o algún cangrejo y… estaba una de las de mi raza
enroscada debajo de la piedra y, mira por dónde, tropezó con su cuerpo y
la bicha se defendió del peligro que suponía para ella el roce de un extraño y
no lo dudo y le mordió en un dedo… Y él, al ver la sangre que brotaba de los menudos
orificios por donde salía su sangre, salió corriendo del agua y acudió donde su
tío que estaba en la era, ya que acababan de terminar de preparar la nueva
parva para el día siguiente para su trilla. Su tío, cuando le vio, hizo que se
asustaba y él chaval le enseño la picadura con sus tres pinchazos por donde manaba
unas gotitas de sangre. Su tío tratando de ocultar la sonrisa se sonreía y le
dijo:
-¡Sobrino!, ¿qué
te ha picado?
Y el chaval le dijo llorando:
¡Una bicha en el
agua!
Y su tío le contestó:
-Pues estás apañado.
-¡De esta noche no pasas: ya que, es venenosa,
y no creo que mañana te levantes vivo…!
El chaval estuvo
toda la noche despierto esperando lo peor y, cuando el sol comenzaba a despuntar
por los depósitos del agua por lo alto de su loma, se despertó, ya que no pudo
aguantar el sueño y se durmió agotado… Y mirando al ‘chozón’ y la era ya
preparada con su parva… vio a su tío alrededor de los caballos para ponerlos al
frente del trillo, se levantó y fue corriendo a su lado gritando:
-¡Estoy vivo! ¡Estoy vivooooo!
-Tito, tito… -¡Estoy vivo, no me he muerto...!
Y su tío le dijo con mirada expresiva, y con
una mueca de sonrisa y sorna:
-¡No te iba a pasar nada ya que esas serpientes
de agua no hacen daño y además yo la vi cuando gritaste, salí corriendo hasta
la angarilla y vi cómo se alejaba y era muy chiquita!
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El Cobre-Algeciras |
Suenan los
cencerros y las esquilas y el murmullo de voces que pasaban por la vereda y él,
posando su mirada de soslayo, ve aparecer al cabrero y curandero del Cobre con
su reata de cabras. Y el primero que se acerca a él, es su perro que, moviendo
su cola, se acurruca a su lado ya que fueron muy buenos amigos. El cabrero se acerca
y le saluda:
-¿Qué haces por
aquí?-le dice. -Cómo sigue tu madre-le pregunta.
-¡Esta en la
finca de su hermano!, con mis hermanos -le contesta el niño.
-Qué bien te lo
pasas…
-No pierdas el tiempo. -Le insistía.
-¡Mira que te gusta esta tierra…!
-Así es, -le dice el chavea-
-Bueno, que las cabras
se me escapan y no vaya a meterse en algún sembrado- le decía, y su menuda
figura salió acelerando el paso por la vereda precipitadamente.
Él se relaja y
deposita el libro junto a lo escrito, y observa los pequeños golpes de agua
de menudas cataratas que provocan las piedras centenarias de su río, y
apoyando su cabeza en el corcho, casi se queda dormido…Menos mal que los
viandantes que habían acudido a la capital pasaban por la vereda y algunos se
paraban a hacer su pequeño descanso en las piedras que, bien colocadas, estaban
alrededor del tronco del chaparro. Para los que acudían al pueblo a por los
mandados y llegaban cansados al lugar, aprovechaban el lugar para un ratillo de
descanso.
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Algeciras Plaza Alta |
Algunos solo le miraban
otros le saludaban y algunos, más allegados, compartieron charla de tiempo pasado
y recordando sus años de su niñez por esa vega sencilla donde su río regaba y
daba fuerza a sus molinos, como el que tenía casi enfrente, a la otra orilla
del río: El de Los Tomates, o… ‘Tomatis', en la Cañada de los Tomates) que estaba
al otro lado del río, cuyas aguas movían las dos fornidas piedras con las que
molían el trigo cuando el agua caía con fuerza sobre sus pozos… para luego pasar
y dar su generosa agua que circulaba por un canal entre las tierras del
molino y la finca del hermano de su madre, que la usaban para el riego del
huerto y donde la familia se bañaba.
Remontando su
vuelo la golondrina y el buitre y hundiéndose la serpiente en lo profundo del
río…, Él comienza su recorrido hasta las puertas de lo imposible, mientras,
millones de ojos le indican, que siguen ahí, en el azul cielo, entre los
cortijeros, cabreros, piconeros, y viandantes, ya que uno de los caminos
cuyo nombre era LA TROCHA, por donde deambulan por sus veredas y con acierto.
Antonio Molina
Medina
26.08.21.