UN HOMBRE DEL COBRE
DE
AL - YAZIRAT AL - JADRA
ALGECIRAS
Autor: Antonio Molina Medina
2ª Edición: Corregida, aumentada e ilustrada.
Dedicado a Baltasar, Antonio, Antonia, Luisa y mi nieta Lucía.
Sus recuerdos no se disiparán nunca, para que sus memorias
persistan indelebles y seguros con el paso de los siglos.
Presentación de la primera edición: de izquierda a derecha; Miguel Díaz Cote;
José Arana Ortega; el autor y José Acedo Veneroso
Baltasar Acedo Trola
INTRODUCCION
Algeciras ha sido y es cuna de una raza de hombres y mujeres que la han hecho grande a lo largo de la historia. Quizás tenga el deseo de exaltar todos los esplendores arquitectuales de Algeciras, y a la vez pasar revista a todo su entorno de paisajes y recuerdos históricos que un día la acompañaron con su gloria después de un languidecimiento prolongado y un abrupto declive, tanto en su ciudad como en el término que le rodea.
En estos tiempos los valores son tan inciertos... Se nos quiere imponer la cultura de la televisión, tratar por medio de la publicidad de llegar al consumo más salvaje y, de esta forma, poder anular nuestra propia personalidad. Se olvida la cultura de los poetas, escritores, literatos, y de personas de comportamientos sencillos, que sacaron adelante, desde los primeros siglos, la historia de esta hermosa ciudad. Y que, escarbando en la tierra, pudieron sacar a flote nuestra propia identidad. Sin estas gentes, no se conocería la existencia de nuestro pasado. Algunos de estos hombres importantes nos lo recuerdan contantemente, pero han existido otros hombres sencillos, que han hecho su pequeña historia en el lugar en el que han convivido. Nadie les echa de menos, pero los unos y los otros forman parte de la historia y, por ello, siempre han estado presentes desde el principio de la humanidad.
Algeciras como pueblo, como ciudad, junto con su gente, siempre ha estado presente en la historia de España. Desde la Prehistoria, con los instrumentos de piedra encontrados en el término de Algeciras, a la Edad de los Metales, la Edad del Bronce, romana, mora y cristiana.
Según cuentan los historiadores, en el lugar que hoy ocupa Algeciras se encontraba ‘Portus Albus’; lo que tratan de demostrar por los restos hallados en la ciudad de la época romana y, que siguen apareciendo. Descubrimientos romanos que se siguen sacando de la villa vieja, cerca del parque de Las Acacias. Escarbando la tierra sale por ella nuestro pasado y nuestra historia, que son para nosotros nuestras señas de identidad.
Llegaron los musulmanes, que con su cultura engrandecieron nuestra ciudad y, con ella, tantos hombres de renombre, por ejemplo:
Guerreros como Muhammad ben Abi Amir, más conocido por ‘Almanzor’.
Sabios como Ibn-Jayr.
Poetas como Ibn-Abi-Ruh o Musa-al-Yaziri.
Historiadores como Ibn-Mosdai, Ibn-Jamis.
Grandes literatos como Alwlani.
Matemáticos como Al-Hamdani.
Hombres que hicieron de Andalucía lo que hoy es: una tierra hermosa para vivir, como el paraíso prometido y anhelado por muchos de nosotros.
Ya en nuestro tiempo, también contamos con hombres y mujeres que supieron recoger el testigo de estos grandes personajes, que fueron tantos que no cabrían en este libro. Pero no puedo resistirme a enumerar algunos de ellos.
Buenaventura Morón, que fue cirujano y Médico ilustre de la antigua plaza de toros la Perseverancia, que un día fue destruida, yo diría sacrificada, por aquellos que están en contra de nuestra propia historia.
José Luis Cano, que con sus “Sonetos de la Bahía” nos traslada una nube, admirando el paisaje de la Bahía y, con tristeza, vemos están acabando con su morada, situada en las ruinas en la calle Ancha en el centro de Algeciras.
La gran Lola Peche Andrade, que tan bien refleja en sus relatos lo que fue nuestra niñez deleitándonos con sus poemas como el de Las Barracas:
(…)Muchachos, perros, gatos, por el infecto lomo
Buscando algún mendrugo, urdiendo travesuras.
Sentadas a las puertas, mujeres remendando
o despiojando niños al sol de mediodía
y un anciano vacío, en largo soliloquio
con el antiguo rostro de su perdida historia.(…)
Antonio Torremocha Silva.
Juan José Téllez Rubio, que he tenido la suerte de poder conocer a través de la lectura, de sus apetitosos y jugosos libros. “(…) Sobre todo, se olvida fácilmente la historia pequeña de los hombres sencillos; recordamos, en cambio, las gruesas, bronquiales palabras del jeque, la voz de a caballo de los generales (…)”.
Ricardo Tejeiro, nacido en Barcelona, al que le pasó como a este humilde aprendiz de escritor. “Algeciras tiene algo que embriaga, que embelesa”, escribió él con sus libros de dibujos, Tejeiro nos hace gozar y soñar con su contenido tan animado, llegándonos a sacar de nuestra realidad.
Cristóbal Delgado Gómez.
Alberto Sanz Martín Bueno.
Juan Antonio Benítez Santo, a quien tanto le debo, por los libros que me proporcionaba, tan generosamente, y por los ánimos que siempre me dio para que escribiese cosas de Algeciras.
Músicos, como Recino Martínez Basso, violinista y magistral Director de Orquesta, del que vemos con tristeza como su casa, con una espléndida placa en su fachada, perece sin remedio por la desidia, el deterioro y las ruinas. Sin olvidarnos de Paco De Lucía, él hijo de la portuguesa como muchos le llaman.
Y Toreros, empezando por José Sánchez del Campo, más conocido como ‘Cara Ancha’; José Lara, ‘Chicorro’; Manuel Ruiz, ‘Panaderito de Algeciras’; El Merlo y, ¡cómo no!, ‘El niño prodigio’, Miguel Mateo, ‘Miguelin’. Y tantos otros… que serína imposibles de enumerar. Muchos de estos ganaron su gloria en la hermosa plaza que un día fue, “La Perseverancia”, plaza desaparecida por nada y para nada y que sería hoy monumento para aportar a la ciudad de Algeciras.
Podría seguir con una lista interminable de hombres ilustres de esa hermosa Bahía pero quizá el que más me ha impresionado de todos estos, por su trayectoria social y cultural, es Juan José Téllez Rubio. Como él bien dice, es uno de esos “hombres sencillos que nunca nadie habla de ellos”.
Esta frase me ha motivado y por ella tome la decisión de escribir sobre la figura de un hombre sencillo, que un día vivió y murió en esa hermosa vega del Cobre. Como bien dice la frase de Téllez. “Hombres sencillos”, que un día fueron hombres que marcaron una época para los de su generación. “La forja de un rebelde”, poema, rima, ¡me da igual! Ha penetrado dentro de mí. Estas personas que fueron para nosotros tan estimadas y que fuimos tan afortunados los que tuvieron y tuvimos la suerte de tratarlos y convivir con ellos.
La forja de un rebelde:
(…)“Mire de firme a los ojos de la galerna
que mutila y que mustia y que murmura.
Como un lobo perdido, como un lobo perdido (…)”.
Juan José Téllez
He empezado quizás tarde a meterme en este mundo de la literatura. “El libro es el mejor medio de comunicación del pensamiento humano”. La lectura es una necesidad y un placer y su extensión es garantía de progreso humano y social y, a la vez, una herramienta. Como el arado romano que solía coger, cuando me dejaban, de niño para surcar la tierra y sacar de sus entrañas los terrones, para que se oxigenase para la próxima cosecha; ya que los libros ni los conocía ni podía tener acceso a ellos, eran patrimonio de los pudientes. Pasando las hojas de un libro, recorres esos campos y esa historia de nuestro pueblo, que estaba a flor de la tierra. Y, con nuestro esfuerzo, llegas a escarbar en ella, para poder encontrar su esencia y la grandeza de nuestra cultura. Como muy bien nos dijo Federico García Lorca: “Con el arado se sacaban de la tierra cosas del pasado, nuestra cultura”.
Qué poca importancia le solemos dar a un libro... De todo lo que he leído, hay un escritor que ‘lo borda’, en sus páginas lo expresa magistralmente. Y que tenía que ser el gran Federico. Con su sencillez lo refleja en esta metáfora, que es la realidad de la vida y que él llego a definir sencilla e inteligiblemente, por su humanidad.
“Nadie se da cuenta al tener un libro en las manos, del esfuerzo, el dolor, la vigilia, la sangre que ha costado. El libro es sin disputa la obra mayor de la humanidad. Muchas veces, un pueblo está dormido como el agua de un estanque en un día sin viento. Ni el más leve temblor turba la ternura blanda del agua. Las ranas duermen en el fondo y los pájaros están inmóviles en las ramas que lo circundan. Pero arrojad de pronto una piedra. Veréis una explosión de círculos concéntricos, de ondas que se dilatan atropellándose unas a las otras y se estrellan contra los bordes. Veréis un estremecimiento total del agua, un bullir de ranas en todas direcciones, una inquietud por todas las orillas y hasta los pájaros que dormían en las ramas umbrosas saltan disparados en bandadas por todo el aire azul. Muchas veces un pueblo duerme como el agua de un estanque un día sin viento, y un libro o unos libros pueden estremecerlo e inquietarlo y enseñarle nuevos horizontes de superación y concordia”.
Libro “De la Alocución al pueblo de Fuente Vaqueros”, de Federico García Lorca. (Edición Comares –primera edición en Julio 1997 – Granada)
Y es curioso que me estoy encontrando con Algeciras en todos los rincones de Al Andalus. De mis dos amores por la tierra, Algeciras y Granada, cuando no tengo nada para leer de Algeciras recurro a las lecturas de Granada, que también encuentro en los libros que caen en mi mano. Estas dos ciudades están tan ligadas en su historia, por sus gentes y por sus andanzas. Hombres que nacieron y otros que murieron en el término de Algeciras, como Don Diego López de Haro, que fue fundador de la villa de Bilbao y de la Ciudad de Orduña.
Con la lectura de un hermoso libro donde nos habla de su vida, he podido conocer las andanzas de un noble ilustre de Algeciras en el reino de Granada y de su rey, un malagueño que regía los destinos de la Granada de 1.322, y cuyo nombre era Sultán Abul Walid Ismael.
En un relato muy hermoso de Fidel Fernández, del libro, cuyo título es “Un Regicidio Por Celos”, leí: “El que Mohamead, que era hijo del alcaide de Algeciras y próximo pariente del sultán de Granada, que se llamaba Ebn Al Jattib; fue el protagonista de una bella historia de amor, de aquella época dorada y esplendorosa del Al-Andalus”.
“Antigüedades y Estampas Granadina”. De Fidel Fernández. (Diputación de Granada, año 1994)
Otro libro editado por la Diputación de Granada recogía que: “Ya en el 1.333 Algeciras y su región eran tenidas en cuenta por el reino nazarí de Granada para el abastecimiento de la ciudad, proporcionaban blanca cera y abundante miel”.
Desde muy niño siempre he soñado con ese rincón que, para algunos, es un lugar más para vivir, pero para mí, es mucho más; es un lugar para unos pocos privilegiados donde deseo y espero, un día no muy lejano, poder terminar mis días… en esa ciudad de la luz, la tierra de mis antepasados: Algeciras.
Tuve la suerte de poder convivir con seres maravillosos que me enseñaron y me prepararon para ser hombre del mañana. Un testigo difícil de llevar, pero sus espíritus me confortan y me ilusionan para pensar que en la vida lo más importante debe ser la defensa de la humanidad, la defensa del hombre libre, que sepa pensar y decidir por sí mismo y que nunca se deje manipular, así se podrá alcanzar la libertad y la eterna felicidad.
Y si con mis narraciones puedo contribuir a ello, lo haré; no defraudaré a los que para muchos de nosotros fueron nuestros maestros, Juan Medina Villatoros y Baltasar Acedo Trola. Maestros para todos los que tuvimos la suerte de poder tratarlos y quererlos. Fueron nuestro primer catecismo y de ellos pude sacar las primeras experiencias de mi vida.
¿Qué más se puede pedir?
Gracias a ellos, y a tantos como ellos, la vida es hoy mucho más fácil para estas generaciones, por que les dejaron el terreno abonado. La calidad de vida que tenemos fue posible a su entrega y generosidad, su amor por los suyos y a la tierra que tan duramente trabajaban para poder subsistir... Aunque muchas veces ni les llegaba para lo más elemental, como poder dar el alimento necesario a los suyos...
Es difícil escribir la vida de una persona sin conocer personalmente muchas de sus vivencias, al no haber podido estar pegado a ella. Alguien te cuenta cosas de esa persona y tú te las crees, porque las gentes que te lo relatan son personas que convivieron con él y compartieron penalidades juntos, por su época. Y además le querían y respetaban. Otros no tanto, pero a pesar de ello le admiraban y les embelesaba, quizás por su astucia, gallardía y generosidad.
Yo diría que la cultura andaluza es “la literatura oral”, lo que se transmite de padres a hijos, como una buena enciclopedia, para así poder consultar. Pero estas personas se nos van y debemos procurar, por medio de estos humildes escritos, sacar lo más importante de sus vidas y dejar plasmados en ellos su mundo y sus pequeñas vidas, junto con los lugares hermosos y pintorescos. Y —¿por qué no decirlo?— de historias de auténticos aventureros, de piratas y contrabandistas que poblaron estos parajes en tiempo ya lejano en ese entorno.
Con esta pequeña biografía pretendo, con toda modestia, hacerles un homenaje a éste y otros hombres que, con su trabajo, tesón y mucho valor, llegaron a forjar su hacienda, y le fueron muy útiles a ese rincón en el cual trabajaron. Hicieron posible que El Cobre prosperase con todo el mérito que pueda conllevar. Pretendiendo que se les recuerde y no se les olvide, sea buena o mala su forma de vivir. Un pueblo no debe perder ni olvidar a sus hombres ilustres, que son aquellos que con sus pequeñas vivencias o grandes hazañas, hacen posible que el mundo siga su curso; y, que se les pueda recordar por su condición de hombres con espíritu aventurero, en la época y el lugar idóneo para su realización.
Yo diría que Baltasar no ha muerto. Ha renacido en muchos de nosotros y por ello vivirá mientras personas a las que les guste la lectura puedan leer algo de sus vivencias para introducirse en su espíritu y poder comprender a este hombre, que lo dio todo por los suyos y su tierra. Muchas son las personas que con sus relatos nos demuestran que él no morirá nunca por medio de la cultura oral que se sigue pasando de una generación a otra. Según me dice mi madre —que su tatarabuela ya le decía a su abuela—: África estaba unida a España por un puente hacía ya muchos años. A través de fábulas, historias o cuentos nuestra cultura oral estará viva por los siglos.
He seguido indagando, pateándome esos lugares, buscando datos de la vida de este hombre y de su entorno, para conseguir acercarme a su vida e ir plasmándola en estos pequeños relatos, que pretendo sacar entrevistando a personas que le conocieron. Y de esta forma recopilar en unas cuartillas la vida tan intensa de Baltasar Acedo Trola. Un hombre de Chorrosquina, de El Cobre, de Algeciras, y de Al Andalus. Relatos que no podemos dejar de mencionar y que debemos recordar, rindiendo tributo a este hombre y al entorno en que vivió, con las alusiones a todo lo que le rodeaba y a cómo fue capaz de llegar a perforar nuestros corazones de esta persona que tuve la suerte de poder tratar y conocer de primera mano.
Parte de los relatos que quiero plasmar, de esta persona que tuve la suerte de poder tratar y conocer de primera mano algunos él me los contaba, muchos otros yo los presencié, y otros sus más allegados me lo contaron, personas que lo adoraban, como su mujer, hijos, nietos o sus tíos, primos, amigos y gente del pueblo que le respetaban y admiraban. Yo soy una de las personas que suele decir que nunca se conocerá la vida de una persona totalmente, pero aquí intentaré sacar todo lo que pueda sobre este gran personaje que fue Baltasar Acedo Trola.
Los últimos días de tu vida tuve la suerte de poderte ver, estabas en tu casa postrado en tu cama por una enfermedad. Fue cuando me acerqué por esa tierra al funeral de nuestra prima Mari Luz. ¡Qué poco me podía yo imaginar que ya no te vería más!
Pero te sigo viendo de todas las formas, de joven, erguido en tu hermoso alazán de pura raza arabesca; montado en tu tractor por esos campos de la vega de El Cobre; y como por último te vi., un anciano firme, espigado.
Un caballero fuiste.
Como un roble viviste.
Y como él. Supiste morir de pie.
Espero reflejar en este trabajo sus vivencias, aunque no sea mi pluma la más indicada para relatar la grandeza de este hombre y de esta tierra. Pero me queda la satisfacción de poder decir de Baltasar y de El Cobre todo lo que sabía o que me han contado. Y allí donde alguien sepa algo de él y de este hermoso lugar, mi figura estará, para poder aportar todas sus vivencias y plasmar esos hermosos lugares que un día contemplaron y guardaron la retina de mis ojos. Siempre me atrajo su intimidad, el contacto con sus calles y sus gentes y me apasionó oír las voces de aquellos que la describieron y se recrearon en su belleza, en tiempos ya lejanos; con sus mezquitas y sus dos ciudades amuralladas.
Sólo me queda decir que para este aprendiz de escritor ha sido un orgullo poder serle de utilidad tanto a él como a mis antepasados y escribir una vez más sobre esa tierra, esos lugares y, la vida de sus gentes.
Antonio Molina Medina
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