UN HOMBRE DEL COBRE 2ª EDICIÓN-REFORMADA

Despedida y Encuentro
Luisa, Antonia, Baltasar y Antonio



Luisa, ha cogido el atillo e inicia el camino hacia su tierra;
la tierra que la vio nacer y crecer
pero no la vio morir.
Iba buscando a la Antonia que la pueda acompañar.


Desde el norte y desde el sur
se cruzaron las dos almas.
Agarradas de la mano
cantaban canciones santas,
las Nanas de su niñez
que sus madres les coreaban
para conciliar el sueño
en esa edad tan temprana:
 

“Duérmete, lucerito de mis entrañas,
que eres lo más bonito que hay en España.”


Resonando por las peñas, siguen en su recordar
una niñez ya lejana que merece resonar.


“Si mi niña se durmiera yo le daría un real
y luego, cuando estuviera dormida,
se lo volvería a quitar.”


Con la sonrisa en sus rostros
camino van a su destino,
Baltasar y Antonio les esperan
justo al final del camino.
La luz celestial ilumina el sendero.
El brillo de sus ojos perfora al mirar
a los que les esperan, cual fieles compañeros.
Sonrisa en sus rostros… ¡deprisa…! ¡deprisa…!
 

Se dan un beso tierno y brioso
dos parejas que se vuelven a reencontrar
para no separarse jamás
en la inmensidad del mar.
 

“Ancha es Castilla”, dijo don Antonio
“Si muero dejad el balcón abierto”, dijo Federico
Boabdil lloró en Granada cuando perdió la ciudad.
 

“En Rinconcillo tengo una pluma,
en Palmones, un plumero,
y en Algeciras lo que más quiero”.
 

Cantan los cuatro por la vereda
dirigiendo sus pasos a la gran pradera
donde les espera una vida plena.
 

“Si quieres que te cantemos,
nos tienes que convidar,
aunque sea a un polvorón,
o a una copa de coñac.
Si no nos convidas,
verás lo que va a pasar,
te vamos a dar la lata,
hasta la ‘madrugá’.”


Pero ellos por fin se han encontrado.
Eternamente vivirán y sus recuerdos

permanecerán entre nosotros
hasta que nos encontremos con ellos.
Vagarán por el ancho cielo,
donde no hay chirriar de dientes,
ni guerras, ni odios, ni miedos…
Sólo Amor eterno. Amor verdadero.
Amor con mayúscula. Como el que nos dieron.
 

“Ahí vienen los Reyes, por la Bajadilla
y al Niño le traen un plato de natillas.
Ahí vienen los Reyes, por la Villa Vieja
y al Niño le traen un plato de lentejas.”
 

Son sus canciones.
Las de su tierra.
Las de nuestra tierra.

Los cuatro ya juntos caminan serenos
cantando canciones de su infancia al Cielo.


“A la hoja, hoja verde,
a la hoja de laurel.
Ha pasado una señora,
¿cuántos hijos tiene usted?
A ésta no la quiero,
por fea y llorona,
a ésta me la llevo,
por guapa y hermosa,
parece una rosa,
parece un clavel,
parece la hija
de doña Isabel…”


Retumban sus voces entre el cielo azul
y el verde de sus campos junto al agua clara
que brota de su brioso manto.

 Si Baltasar volviera,

yo sería su escudero,

¡Su bravura para mí quisiera!


“La muerte sólo se produce con el olvido”.

  
El tronco de un árbol
Para Daniel y Alejandro

 

El árbol cuando chiquito
brota cual tallo celeste.
Sus raíces torturadas
por la fuerza de los aires,
las hojas marchitas
se desprenden de él,
vibrando como joven eficiente.
 
Pero poco a poco,
año tras año,
el árbol se endurece.
Cubre su cuerpo de corteza
para abrigarse y protegerse,
se prepara para el frío invierno,
del hielo y la posible nieve.
Con el transcurrir del tiempo
ese tronco es diferente,
el viento ya no lo balancea,
el soplo del aire mece sus ramas
y sus tallos verdes.
 Irremediablemente,
el tronco se endurece.
Él no se da cuenta
inmóvil el aire lo duerme
pero sus ramas se balancean
mientras sus verdes tallos florecen.
Inexorablemente el aire lo duerme
mientras los tallos briosos
que de él emergen, se ciñen,
se estremecen y gozan
del tronco perenne.
Cuidad de ese tronco
y de donde procede,
nunca permitáis
que la hiedra lo envuelva,
lo ahogue y lo seque.
Tiene nombre de rey
y fue de su gente,
a muchos de los nuestros
nos marcó para siempre.
  

El tiempo pasa inexorablemente y los acontecieres son insalvables, los seres queridos se nos van por la vereda para encontrarse con los que se fueron.

Luisa, Baltasar, Antonio y Antonia están juntos de nuevo en la inmensidad del cielo. Brillan como estrellas en el cosmos, pero seguirán con nosotros mientras los recordemos. Mientras haya cielo, siempre que los hombres se acuerden de ellos.

 FINAL Y COMIENZO DE OTRAS VIDAS

VIVIREIS ETERNAMENTE EN LOS CONFINES DE LA RED

Antonio Molina Medina.




2 comentarios:

  1. Antonio..." Un hombre del cobre "

    Pienso que son muy bonitos tus recuerdos hacia ellos...pero piensa màs en los que te rodean que estàn vivos...para que no te atrape la melancolìa o nostalgia y la depresiòn...la vida està para disfrutarla mientras podamos..se felìz !!!
    Una amiga de internet que es muy paseandera... me ha dicho... que la disfruten los humanos antes de que se la coman los gusanos ...jajaaj
    Le he dicho mi manera de pensar que Dios si voy al cielo humm jajajj...me va a decir que colabore en arreglar la vestimenta a los santos o en escribirles relatos o poemassss jajja lo tomo con alegrìa... o me ha de esperar el diablo con la orquilla...ha de estar recaliente...la orquilla jjja

    un beso desde Argentina

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  2. Es de agradecer tus palabras. Sobre todo que sigas estas cosillas de alguien QUE NO VIVE EN EL PADADO -- SI NO EL PRESENTE INTENSAMENTE Y, sobre dónde iremos cualquier día, sí que me gustaría estar a tu lado querida amiga. Se tiene que estar también en su grata compañía y poder disfrutar de su sonrisa.

    un beso

    Desde Euskadi

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