Amanece un nuevo día
penetrando los débiles rayos
del solen el valle y su comarca.
Una mujer envuelta en ropajes negros y humildes
camina presurosa y con firmeza,
buscando los caminos de hierro
para rastrear y rescatar de sus traviesas
los resquicios del carbón quemado,
para sobrevivir en su pobreza.
Minuciosa separa con sus
manos
todos los restos de carbón
quemadopara poder encender la chapa de su casa,
porque los ingresos que en ella entran
no dan para nada.
Cuatro papas, cuatro vísceras
de animales la alimentan,
y algo de pescado del que les
queda,que en vez de tirar la pescadera,
le regala con mucho amor y un poco de tristeza.
Caminando horas por las
desiertas vías,
con un saco de esparto a sus
espaldas,soportando las inclemencias del tiempo
para poder llevar a su maltrecho hogar
carbón gastado envuelto con madera.
Ella les da la nueva vida
cuando las brasas briosas contempla.
Cocina de hierro, forjada en su tierra,
donde su pareja con su trabajo
unas pesetas le lleva para comprar el pan
que les alimenta y calentar de paso
la humilde casa que les cobija.
Antonio Molina
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