Llegada de tierras lejanas,
de tierras del llano y de la
montaña,
de campos frondosos,
fuentes de agua clara
llenas de familias
rotas, desplazadas,
daños colaterales,
así le llamaban
los que nos vendían
yo no se que patrias.
En esta otra tierra
llena de esperanza
formaron familias,
construyeron casas,
echaron raíces
en ésta tierra clara
donde nuestros hijos
briosos jugaban;
que brotaron de ella
cual tallos fecundos
para repoblarla.
Antonio M. Medina
Daños colaterales… qué terrible expresión. Es como la de fuego enemigo. Como si “dulcificando” las palabras tuviéramos que aceptar el horror y el espanto.
ResponderEliminarNo me extraña que tengas sed en la garganta, y lo peor es que no hay agua que apague esa sed. Ya se encargan otros de que no sea así.
Besos y abrazos.
Gracias Mari Carmen,
ResponderEliminarla sed es necesaria para seguir viviendo.
un beso