En una cola de un autobús
la gente se acumula,todos son prisas y nervios.
Él se queda a esperar
las prisas no están en su agenda.
El autobús va repleto
voces y gritos le envuelvensujetándose a una barra
y de las curvas protegerse.
De la gente y el tumulto
una vocecilla brotay con sonrisa plateada
el asiento le ofrece.
Él no sale de su asombro.
Ella le insiste no se
resigna,quiere que se siente
y le vuelve a recordar
que su asiento ella le ofrece.
Muchas gracias, el anciano le
responde,
y se queda pensativo y se le
abre la mente.Otra época. Otra vida. La cultura que
él creía perdida con una sonrisa aparece.
El autobús se detiene para
coger el tranvía.
Ella se sienta a esperar, no
es el suyo todavía.Él se monta silencioso y gira la vista hacia ella,
que espontánea, agitando su brazo
cual resorte, le saluda con viveza.
Después de mucho pensar y
macerar el momento
de su corazón brotan lágrimas
del calor que brotaba dentro,
de encontrar una tarde esa juventud
que creía no existía, una sonrisa en el rostro,
rebosarte de vida, con una educación que ya
pensaba perdida.
Antonio Molina
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