El nido, vacio. El gorrión ha volado.
Siente su calor, la silla lo ha atrapado,
sigye vivo su olor a poleo y a menta,
a té rojo que en boca degustamos los dos.
Son posibles los sueños, mujer de cuerpo entero
se intuyen tus pisadas por todo el pavimento.
Tu sonrisa me atrapa, me consuela y me hiere
me trasnporta otros mundos donde encontré
la paz, que busqué con ahínco, y no logré alcanzar.
Antonio Molina
Es como una contradicción
ResponderEliminarel amor siempre que da y quita...y duele
el nido vacío...donde se vuelve a reaprender a llenarlo de sabores íntimos