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| Majaralto-El Cobre-Parque de los Alcornocales-Andalucía |
“¡Hay
todavía locos que pretenden decirnos algo nuevo, porque ignoran los libros
esenciales en que está dicho todo! Buscan las frases bárbaras, las torcidas
sintaxis, los híbridos vocablos nunca juntos antes gritan: Soy un genio,
¡eureka!” … Más los sabios escuchan y sonríen.
Amado Nervo.
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| Chorrosquina-El Cobre-Andalucía |
UN NIÑO Y UN ANCIANO
Un niño en un asiento de corcho, un
perro y un anciano… gallinas, pavos, papas, tomates y tierra labrada… herida en
la cabeza, sangre coagulada y madre atormentada… En un cortijo en la sierra.
Chorrosquina-El Cobre-Andalucía
Las sirenas de los barcos de la
bahía junto a los potentes silbatos de las fábricas de corcho, palpitan
llamando a alimentar los caminos de pisadas por senderos y veredas, que desde
las faldas de la sierra bajaban con caminantes a consumir el día entre la
manipulación del corcho y sus trabajos en su bahía.
El ajetreo por los aledaños de los
cortijos o chozas de palmas y helechos qué transitan los campesinos,
algunos ya organizando los establos alrededor de los animales caseros, otros
caminos hacia los tajos ya transitando a los puestos de trabajo en los aledaños
de la ciudad.
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| Chorrosquina-El Cobre-Andalucía |
Una madre se prepara para acudir a
la capital, a su trabajo diario dejando a su hijo en compañía de su hermano
hasta que ella vuelva; después de adecentar y darle el vaso de leche del ordeño
de las dos cabras del corral y del chusco de pan (su madre había bajado al
barrio donde el molinero tenía su tahona comprando los tres chuscos que solo
les vendían del racionamiento a los que estaban sometidos en su época)
Chorrosquina-El Cobre-Andalucía
-Félix, ¡cuida del niño hasta que
yo venga para comer! -le decía a su hermano.
- ¡Vete tranquila que así lo haré!
-le contestó.
El niño ya correteaba por la cocina
y ya había echado leña en el rescoldo que quedó del día anterior, alguna llama
acudía a ofrecerle el calor para su destello, de donde brotaban las rojas y
verdes llamas que se elevaban por la tronera de la chimenea, mientras los
pucheros rodeaban los troncos de madera antes de convertirse en fuegos y
ascuas.
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| Chorrosquina-El Cobre-Andalucía |
-Niño, ¡cógete un asiento de corcho
y te sientas al lado mío! -le decía su tío.
El perro de la casa, que no podía
estar sin el niño, se tumbó a su lado; los tres miraban al fuego esquivando el
chispear de sus llamas que iluminaban sus caras. El desayuno lo habían
degustado tempranamente.
De improviso le dice el tío al
niño:
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| Chorrosquina-El Cobre-Andalucía |
-Anda date una vuelta por el huerto
y mira que las gallinas no se acerquen a las papas, que se ponen a escarbar y
estropean sus ramas… Sale corriendo el niño y se introduce en el huerto, pero
no se da cuenta de que su perro corría a su lado y, de pronto, el perro le dio
un empujón al niño tirándolo al suelo con tan mala suerte que cayó para atrás y
en una piedra se rompió la cabeza. La sangre se deslizaba por su cuello y él
corría llorando al lado de su tío.
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| Majaralto-El Cobre-Andalucía |
Poco pudo hacer… solo limpiarle la
herida y contener la sangre con un trapo blanco. Mientras, el niño no dejaba de
llorar, su perro se posó a su lado entre gruñidos lamentosos, extraños y la
cabeza levantada, mirando la cara del niño; las golondrinas entraban y salían
del nido el que estaba instalado en una viga del techo de la cocina.
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Pasaron las horas hasta que su
madre apareció por la puerta del cortijo.
El niño no se movía de su asiento y
su madre se asustó… ya que era muy inquieto y siempre salía a abrazar a su
madre y a su padre.
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| Majaralto-El Cobre-Andalucía |
Su madre se dio cuenta enseguida de
que algo le pasaba ya que no acudía a su lado; y se acercó a él y gritó con
fuerza cogiendo al niño en brazos y ya se dio cuenta que aún tenía sangre
coagulada por el cuello.
Su hermano le contó lo sucedido y
lo poco que él pudo hacer, ¡ya que los médicos ni los conocían! había que
pagarles y tampoco acudirían hasta esa sierra por caminos de cabras, donde
estaba ubicado su cortijo.
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| Majaralto-El Cobre-Andalucía |
Calentaron agua en calderos y la
depositaron en un barreño de zinc, metieron al niño y lo lavaron; ya habían
llamado al curandero Miguel el Cabrero el que andaba con las cabras por estos
aledaños y, tras las voces que se coreaban con el eco del que se contagió por
la sierra hasta que apareció el curandero. Miguel le curó y desinfectó la
herida… una brecha en su nuca, cuya señal quedó en su cuerpo para
toda su vida.
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| Majaralto-El Cobre-Andalucía |
- ¡Ya está todo hecho! Les decía el
Señor Miguel… -el niño se podía haber desnucado -les decía-. Mientras su tío,
volvió la mira a la lumbre y movió con la cuchara de madera a la comida del
puchero, la madre atendía a su hijo asustada aun del mal trago y preguntó a su
hermano.
- ¿Dónde está Miguel?... ¡Miguel no
dijo ni adiós… ¡Se marchó hace rato a atender a sus cabras! - le contestó.
Este hombre es un espíritu, o un
duende, -le decía a su hermano- aparece y desaparece sin darnos cuenta.
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| Playa de Getares-Algeciras-Andalucía |
- ¡Ya sabes tú cómo es, lo hace con
todo el mundo! La verdad es que nunca cogió ni una perrilla para curar a la
gente. Una vez, mi marido le dio unas monedas a la fuerza y él, por no decir
que no, ya que casi le obligaba a cogerlas y se las puso en la palma de la
mano, al final y cuando salimos al patio las encontramos en el suelo encima de
un poyete de piedra. Así era el señor Miguel y todos los curanderos de la
época.
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| Algeciras-Andalucía |
Mientras las gallinas correteaban por el huerto y la vida continuaba silenciosamente entre los campesinos que poblaban los rincones de la sierra envueltos por frondosos chaparros y vegetación, que hoy se echa de menos por esas laderas que formaban parte del paisaje, donde solo sigue resplandeciendo la soledad y la libertad soñada devolviéndonos esa sonrisa y calma entre la alegría que da: la Naturaleza, aún virgen de extrañas pisadas sin malignas sombras… como una fuente que aparece del subsuelo de donde brota su agua fresca e inagotable, pulsada por los sueños de su temprana edad. Con las fantasías y la mirada puestos en la oscuridad que poco a poco nos atrapa, él vuelve la vista a los picos de la sierra por donde se escapa la claridad, con los aullidos de algún lobo perdido en su oscuridad.
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| Playa de Getares-Andalucía |
Mientras camino, entornando los ojos con una sonrisa que abarca todo su rostro
que, hasta el aire que respira comienza a refrescarse. Lentamente se hace de
notar, mientras sus pisadas aun por la tierra virgen de la ladera que se deja
atrás, caminando con la vista puesta a los lados del camino donde los jóvenes
chaparros, y la figura de una partida de ovejas me miraban sin asustarse; a lo
lejos, la figura del Peñón y su Bahía se hacen fuertes mis sentimientos no
olvidadizos, caminando con cara crispada, dejando tras él verdes, verdes sueños
caminando hacia el cemento y el ladrillo de la ciudad.
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| Playa de Getares-Andalucía |
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| Sinovas-Castilla y León |
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| Sinovas-Castilla y León |
02.02.25
Antonio Molina
Medina


















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